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miércoles, 4 de febrero de 2009

El Peludo y Teresita

( relatos del Delta)


Nadie conocía el verdadero nombre de El Peludo, tampoco su edad. Solo que era un ermitaño, místico y cazador. El mejor de los cazadores... Los turistas le encargaban algún carpincho o ciervo y así se ganaba la vida. Uno de ellos le regaló un libro de magia blanca que lo tenía muy entusiasmado. El Viernes Santo habia ido a visitarme para pedirme prestado un helecho que tenía en una macetita al lado de la escalera. Le pregunté para que lo quería y me explicó que formaba parte de un ritual mediante el cual lograría poderes mágicos. En la canoa llevaba una comadreja mora que apestaba y que recién había cazado. La tenía en una bolsa de arpillera y me contó que esa misma noche la mataría para arrancarle el corazón y comerlo en caliente tal cual salía del cuerpo. Eso formaba parte de la ceremonia... Después se encaminaría con el helecho hasta la parte más oscura del monte y allí, cuando el reloj marcara la medianoche lo vería florecer - Pero... Los helechos no florecen... - Le dije - Justamente por eso - Replicó. Y siguió explicando - Las flores son tenues luces que enseguida van a desaparecer.
Finalmene le obsequié el helecho y me quedé observando como se alejaba. El Peludo estaba loco pero ya tenía mucho de magia sin necesidad de recurrir al libro. Era tan de la isla que formaba parte del paisaje, como el ceibo o un macá.


Y es que en el Delta no se notaba mucho la diferencia entre lo loco y lo mágico. La idea de radicarme en la isla con seis hijos (la más pequeña un bebé) era una decisión loca para todos mis amigos y familiares. Después se transformó en mágica incluso para ellos... Quería que mis chicos crecieran en contacto con la naturaleza y ocuparme de su educación más de lo que comunmente hacen los padres. Y esa vocación me llevaba a extraer de cada pequeña cosa una enseñanza. El día en que Mon me pidió por radio que fuera a su casa con urgencia le estaba explicando a mi hijo mayor, Ariel, el fenómeno que se daba entre distintas especies de animales. Teníamos una pata de un blanco inmaculado que anidaba con sus trece patitos en un enorme hueco de un sauce añoso. Hasta allí diariamente se arrimaba un biguá, que es un ave más pequeña y totalmente negra. Pasaba casi todo el día con ella, ya sea en el río o al lado de su nido. También ocurrió que a mi hija Paz se le escapó un cobayo (conejillo de indias) blanco con unas manchitas amarillas . Al tiempo apareció con un grupo de cuises negros. Convivía con ellos aunque aparentemente no se reproducía...Si no tuviese que ir a la casa de Mon con urgencia, a aquella charla la habría terminado relacionándola con la intolerancia y la discriminación entre los hombres...


Se había levantado una fuerte sudestada y era imposible llegar hasta la casa de Mon por el Río de La Plata. Así que decidí hacer el camino inverso. Esto es, navegar hasta lo de los Sosa y allí atravesar el monte a pié para llegar a lo del Peludo a quien le pediríamos su canoita para cruzar el arroyo, pues Mon vivía enfrente. De paso me enteraría de como le había ido con el ritual.
Fui con Ariel y en lo de los Sosa se nos sumó "Marejada", a quien llamaban así por que rengueaba pronunciadamente. Ya estábamos llegando cuando se nos apareció Teresita, la chancha del Peludo. Era un bicho enorme y tenía fama de malo. Yo llevaba un palo y traté de asustarla, pero la chancha lejos de amedrentarse arremetió contra nosotros. Marejada salió corriendo de regreso. Parecía que iba a desarmarse a cada tranco pero la chancha no le prestó atención. Estaba empecinada conmigo... Le dije a Ariel que fuera hasta el muelle del Peludo y me quedé como un espadachín tanteándole el hocico con el palo, pero siempre retrocediendo. Las arremetidas de Teresita cada vez la arrimaban más a mi pierna, entonces opté por partirle el palo en la cabeza y salir disparado detrás de Ariel.. Nos refugiamos en el muelle dispuestos a tirarnos o tirarla al agua. Pero la chancha, por algún motivo no pisaba la madera. Se quedó afuera resoplando como un toro y moviéndose de un lado al otro nerviosa. En eso llegó el Peludo riendo y llamándola por su nombre - Vení Teresita ¿Qué es eso de andar corriendo a los vecinos? - Le reprochaba. Y el animal cambió el humor de repente. Le salió al encuentro al trote y comenzó a rozarle las piernas. El Peludo la montó como si se tratara de un caballo y se inclinó hasta hacer descansar su cabeza en la de la chancha abrazándola por el cuello. Mientras tanto nosotros tomamos la canoa y emprendimos el cruce del arroyo. Me quedé con las ganas de preguntarle sobre aquel asunto de la magia... Ya en la otra orilla vimos como el Peludo iba camino a la casa acariciando a Teresita y hablándole como si fuera una persona. Recordé a la pata y el biguá, el cobayo y los cuises, y me pregunté donde encajaba la relación de nuestro amigo con la chancha como para explicárselo a Ari. Pensé en la posibilidad de un amor platónico, pero tenía dudas acerca de la intelectualidad de Teresita y la necesaria abstención carnal...
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7 comentarios:

  1. Me recuerda al cuento de Bioy Casares
    que habre el libro El heroe de las mujeres. Ese retrato del delta y el ritmo para transmitirlo. SAludos

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  2. La dificil distincion entre la magia y la locura, el tema de la intolerancia y ese casi adorable gnomo de El Peludo, un relato que disfrute mucho, besos

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  3. Es muy bueno. Me gusta como intercalás los nombres de árboles, aves y otros animales. De miparte, se agradece mucho eso.
    Y que más decir...felicitaciones. Ale

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  4. Kantauri, Djuna, Ale, gracias por comentar. Creo que el ritmo del relato así como la intercalación de nombres típicos de la fauna y flora, son casi inevitables... A diferencia de los escritos de la Catanga, estos son más descriptivos y menos impactantes.
    Djuna, si, El Peludo era un personaje increible. En cuanto a lo mágico y la locura tiene que ver con las características del lugar. Muy inaccesible (más que lejano) y con enormes extensiones sin pobladores. De mucha belleza y fenómensos de todo tipo (alguna vez los comentaré) que llevan a un constante asombro. Allá uno cambia de actitud. Se vuelve más observador y la naturaleza, el clima y las personas tienen otra dimensión...
    Ale. te respondí en "El noveno día" el comentario acerca de tu tío. Por si no lo lees quiero al menos que sepas que lo lamento.
    Una vez más, gracias a los tres por comentar. Son muy amables y me hace mucho bien..

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  5. Flipi....insisto,para mí son cortometrajes tus relatos.......,me apasionan,es más siento que estoy en algún lugar de tus descripciones!!!,me encantó.....y mirá que leer largo me cansa mucho últimamente....
    Gracias...
    Ambar...

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  6. Gracias por comentar Ambar. Eso de que definas mis escritos como cortometrajes es un gran halago.
    Beso.

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  7. Es así para mí Flipi.......me parece que si los unieras tendrías una exelente película......y...quien te dice.....no pueda ser filmada como cortos del delta,o,historias de un Argerntino......que se yo....solo me parece que están muy bien narrados....
    Un abrazo....
    Ambar...

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"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus

Item Reviewed: El Peludo y Teresita Rating: 5 Reviewed By: Julio Cavaco