Ultimos Posts
jueves, 8 de enero de 2009

La Tata ( de historias y anécdotas de La Catanga )

Desde siempre tengo el pálpito de que me plagian constantemente. Y a no ser que las ideas que me copian jamás las publiqué en ningún lado, hoy estaría lleno de dinero o envuelto en mil juicios... Sospecho de todos e incluso de autores anteriores a mi nacimiento. Sabido es que a la velocidad en que progresa la ciencia y la tecnología, es posible que los del futuro viajen al pasado solo para publicar con anticipación lo que a mi ya se me ocurrió. Lo que les debe sobrar son técnicas para absorber ideas ajenas.
Hernán Casciari en "Turismo original"comienza hablando del libro electrónico. Luego incursiona en las posibilidades, mediante sensores táctiles y visuales, de grabar un viaje turístico y comprimirlo, para después descargarlo en algún formato al que cualquiera podría acceder. Contenidos intangibles y compartidos, que le dicen. De esta manera, otros, muchos, podrían tener la misma experiencia sensorial de quien realizó el viaje originalmente... Sería el fin del turismo tradicional.
Hace más de cuatro décadas atrás, cuando internet no existía y la Spika era el mayor adelanto, la belleza de la Tata me había inspirado en tal sentido. Y no por lo que se veía, a todas luces hermoso, si no por lo que sentía al tocarla. Acariciar a la Tata era sensacional. Por la tersura de su piel y la consistencia de su carne. La perfección de sus pantorrillas... No había piernas, largas y tan bien torneadas como las suyas. Ni forma de competir con las curvas de su cadera o la turgencia de sus pechos. Cada pliegue o resquicio, al tacto, eran sublimes.
Cuando me extasiaba en ella pensaba que el mundo se perdía de sentir lo que yo sentía. Y me surgía, como quien oye música excelsa, la necesidad de compartirla... Para aquella época no se hablaba de intangibilidad y menos de sensores táctiles o visuales. Imaginaba una máquina con muchos cables que conectados a mi persona podría captar y grabar mis percepciones. Cada sensación en cada caricia... Y que otros, máquina de por medio, disfrutarían de lo mismo que yo. No se trataba de morbo. Tampoco de solidaridad hacia otros varones... Era capaz de llenar de cables a mi madre y decirle - Vieja, tocale el culo a la Tata y decime si alguna vez viste algo igual...- Era la admiración que se siente frente a una obra de arte.
...Y el mundo se lo perdió.
......................................................................................................................................................................................................................................................

Donde terminaba La Catanga y sesenta metros antes de La Isla había una rotonda que no conducía a ningún lado. Tenía una sola entrada que era la única salida y describía un círculo perfecto rodeado de un descampado. Nosotros la usábamos para entrar a gran velocidad con la camioneta y tratar de dejarla en "dos ruedas" en algún tramo de aquellos 360 grados. A cierta distancia de su ingreso hacía "roncar" varias veces el motor Continental . En ese momento previo a la largada miraba por el parabrisas y me esforzaba por ver a la rotonda como si fuera una línea recta. De esa manera evitaría tocar los frenos antes de tiempo... Cuando hacía esto pensaba que si la calle realmente fuera derecha llegaría hasta La Isla y mi Tata no tendría que embarrarse los pies los días de lluvia... Pero la calle, como nosotros, daba la vuelta antes de involucrarse con la pobreza.

flipi.
  • Comentar con Google
  • Comentar con Facebook

5 comentarios:

  1. Flipi, me alegra que continues con tu homenaje a tu Tata, creo que en verdad el mundo y vos se la perdieron, cariños

    ResponderEliminar
  2. Siempre nos quedan en el recuerdo pieles y cuerpos especiales, cada uno tiene su encanto de acuerdo a la epoca vivida..

    ResponderEliminar
  3. Gracias querida Dju. Como decís, el mundo y yo nos la pedimos. Beso

    Mad. Si, piel y cuerpo es lo que está a la vista por que el relato no deja de ser anecdótico...Pero el recuerdo, lo que lo motiva es mucho más que eso y tal vez un día encuentre la forma de volcarlo en la escritura. Tiene que ver con una sociedad llena de prejuicios y diferencias sociales incorporadas culturalmente...La Tata vivía en algo así como lo que hoy es una villa y lo de la rotonda es una alegoría a esa diferencia social y a esa hipocresía cultural de la que yo participaba. Tal vez alguna vez encuentre la forma de poder escribirlo...Por ahora mi relato se limita a lo más sencillo de explicar y a lo más superficial de la historia. Un abrazo y gracias por pasar.

    ResponderEliminar
  4. Volví a leer tu relato. Fui hasta la cocina a buscar algo para comer, porque hace un buen rato que estoy en Emancipados, que es un lindo refugio(ojo, que esto no es hacer preselitismo por el nombre que propuse para el blog, porque yo también voté por EmancipadosDeMentes), y lo que me quedé pensando es en qué es lo que nos lleva a escribir. Y seguro que tiene que ver con eso que sentiste con la Tata. Necesitamos contar, escribir, relatar, las cosas que nos dejan sin palabras, las cosas que nos llegan a ese lugar que hace que no seamos los mismos. Un beso

    ResponderEliminar
  5. Lindo relato, Don Flipis. Si se dedicara podria ser un buen escrividor. ¿Ya se lo dije halguna ves antes, no?

    ResponderEliminar

"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus

Item Reviewed: La Tata ( de historias y anécdotas de La Catanga ) Rating: 5 Reviewed By: Julio Cavaco