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miércoles, 2 de diciembre de 2009

EXTRAIDO DE CORREPI




EN ESQUEL NO HAY TORTURAS, EN DEMOCRACIA TAMPOCO...

En una madrugada de febrero, en El Maitén, tres personas fueron detenidas por la policía, a raíz de un altercado en un bar. Una vez detenidos y esposados, fueron literalmente molidos a golpes, tanto en la camioneta policial como en la comisaría. También los amenazaron con desaparecerlos.



En septiembre de este mes, se realizó el juicio contra los cuatro policías que participaron de la aplicación de tormentos. Sandro Montecino, José Luis Morales, Gustavo Daniel Llancaman y Franco Simón Cárcamo fueron condenados por “vejaciones agravadas”, delito que tiene como pena máxima 5 años.



Este hecho no es un caso aislado, sino un claro ejemplo de la negación permanente de la aplicación de torturas en democracia. El tema es siempre presentado como un debate jurídico, en el que se intenta ocultar la tortura usando figuras “alternativas” como las vejaciones, severidades, apremios ilegales, todas con penas mucho más leves.



Pero ese debate es falso. El motivo por el cual se niega la existencia de torturas es que éstas implican la responsabilidad del estado. La tortura es un crimen de estado, es un crimen de lesa humanidad.



Nadie ha mostrado esto mejor que la “progresista” Corte Suprema, la de Zaffaroni y Argibay, en un fallo dictado en 2007 sobre un caso típico de tortura. La corte planteó que como “en democracia” la tortura no puede considerarse sistemática porque el estado no estaría persiguiendo ese fin, a lo sumo se trata de un delito individual del policía en cuestión. Anque la tortura se produzca en una comisaría, y por mano de un policía, dijo la Corte , en democracia son “apremios” o “vejaciones”. La liberación por la prescripción, o una pena excarcelable, a lo sumo, para el ejecutor, y el aparato estatal deslindado de toda responsabilidad.



En criollo, para la corte suprema, la picana eléctrica, el submarino, la bolsita, el apaleamiento, etc., no son tortura si se aplica en democracia. Como si el estado fuera un ente imparcial, como si no tuviera como fin el control y disciplinamiento social, cómo si el 100% de los casos de torturas (seguidas de muerte o no) no fueran aplicadas al sector social que debe aprender a obedecer sin chistar. Por algo la mitad de las personas asesinadas por el estado en democracia eran jóvenes pobres, de 15 a 25 años de edad.



No existe ningún debate, la tortura es siempre tortura, es sistemática en democracia y en dictadura, fue y es aplicada a la clase trabajadora, con los mismos métodos y con los mismos fines.
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"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus

Fecha: EXTRAIDO DE CORREPI Rating: 5 Escrito por: cachu