Con la piel pegada al hueso
tranco lento y cansado
va agitando la gamuza
rogando ser sobornado.
Con sus cabellos plateados
y de ojos amarillentos,
se para a mitad de cuadra
impermeable al sufrimiento.
La pena se le hizo cayo,
cubriéndole el corazón,
su bandera es la gamuza
que agita la desazón.
Los pájaros te cantan,
la gente amable saluda
un ángel en ti se esconde,
que muerde gritos de ayuda.
Sos una sana costumbre
formas parte del paisaje,
el almacén, enfrente el banco,
y este flaco personaje
Nadie se compadece
y a todos les causas gracia,
piensan que es una elección
estar nadando en desgracia.
Los negocios van cerrando
se termina la jornada,
hambriento miras La luna
como para comerla a cucharadas.
La vuelta es por la vía
de andenes olvidados
la luna los replatea,
y es faro hacia ningún lado.
La estación abandonada,
y tu hogar ese vagón,
los durmientes de quebracho
son el último escalón,
allí empeñas la noche
entre barajas gastadas,
y unos tragos de ginebra
que destilan carcajadas.
El tren que se la llevo
ya pronto ha de arribar,
el viejo la ha de esperar
ya con sus sienes nevadas.
Sentado en el sucio anden
de la estación abandonada.
Admiro mucho tu mirada sobre lo marginal, cariños
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