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martes, 17 de febrero de 2009

La mujer astuta

La noche inmensa en el parabrisas de su auto, empañado y sucio. La visión se hacia casi imposible, también debía lidiar con las imágenes que no dejaban de asediar su cabeza. Las tres primeras victimas habían pasado tan rápido como su juventud. Se reconocía extraño, múltiples sensaciones lo distraían del volante. Algunos mordiscones a la banquina lo ponen en alerta, y los bocinazos de los coches de frente que le despejan por algunos segundos los cuerpos de su mente. Se sentía orgulloso, a veces deseaba que lo atrapen, solo para ver el rostro de la gente, el asco en la mirada. Eso lo hacia sentir especial, sin embargo, un amargo sabor le dejaba la pobre labor policial. Estaban desorientados, ni siquiera habían identificado las claves que llevarían sucesivamente a los próximos asesinatos. De cualquier manera así les dejara una carta con el nombre y la dirección es muy posible que tampoco puedan impedirlo, aunque son actores necesarios en esta novela. Le ponen condimento, son los responsables de dar la cara ante la sociedad y explicar el motivo por el cual no podían encontrarlo y eso lo divertía bastante.
La gran mansión se hizo notar con sus luces atrás de la loma, apago el vehiculo y con el impulso de la bajada fue acercándose lentamente hasta la entrada. En su mochila guardaba un recuerdo de cada una de sus victimas, el cuchillo, un pasamontañas, la ganzúa, un soplete y la marca de hierro, que luego estamparía en el pecho. Revolviendo en busca de los cigarrillos, se va encontrando con esos objetos, con cada uno vienen caras, situaciones. El primero, fue algo desprolijo, pero sin duda el más impactante. Un pequeño corte debajo de la lengua y una especie de traqueotomía le permitieron extraer por ese orifico la lengua y presentarla colgando hacia el pecho como una macabra corbata. Ese era un dato no menor, ya que conducía a la segunda victima, Damián Abalow. Un toque mas profesional se pudo observar, a pesar de que solamente lo separaban algunas horas parecía que había adquirido el temple necesario con el cuchillo. Quizás era cuestión de que ambos entraran en confianza, esa absurda timidez de presumir lo que estará pensando el otro. Esta vez la clave estaba en los ojos de su victima, puente directo hasta el tercero y último que aguardaba en el dormitorio justo frente a donde había estacionado el auto el Sr Awerbach. Ojos grandes y negros, completamente ensangrentados estaban en las manos de su victima. Cuidadosamente los había arrancado y luego colocado uno en cada mano (esto me recuerda a Democrito, quien se arranco los ojos para pensar, quizás guarde alguna relación). Las tres victimas pertenecían a una diminuta secta sionista, eran acaudalados empresarios y de convicciones muy fuertes. Se repartían oligopolicamente las empresas de la ciudad. Tenían lazos sólidos con el poder político, eso les permitía hacerse de jugosos negocios.
Ingresa tímidamente a la ostentosa propiedad, este era el último, quien cerraría como broche de oro esta serie. Luego el merecido descanso, el viaje que ambos se habían prometido. Cuando las mareas se calmen, juntos viajarían a Brasil, destino muy poco exótico pero ideal para la vida que ellos pretendían llevar. Ella podía manejar la empresa desde allí, y el solo debía cumplir con su promesa de amarla y hacer lo que sea porque ella sea feliz. La puerta estaba llamativamente abierta, llegando al living la encuentra completamente ensangrentada, se desespera, la abraza. Ella estaba en un completo estado de shock, le entrega un cuchillo y se deja caer a piso. La situación era muy confusa, el la abraza y la besa. Toma el cuchillo de su mano y corre hacia la habitación, las cosas habían cambiado. Ya escapaba del plan matar a Awerbach, era algo personal, lleno de odio ingresa a la habitación. De pronto en un instante recuerda las noches furtivas que pasaron junto con su amada en ese cuarto. Los rituales de amor, las promesas, los sueños gestados, imaginando playas, caracoles perfumados. La sensación era extraña, el había llegado dispuesto a matarlo, pero con su mente en frío. Ahora la ira lo cegaba y lo hacía mas vulnerable. Además, por las heridas de su amada el viejo seguramente estaría armado. El ingreso no tuvo nada de sigiloso, pateo la puerta dispuesto a recibir un disparo si fuese necesario pero la imagen de la joven bañada en sangre le había dado un motivo más para matarlo. Sin embargo, el viejo yacía en el piso, con tres dedos amputados. Tal cual el lo había planeado, alguien se había adelantado. La confusión se hizo desesperación con el ingreso de la policía, los gritos no podían tapar esa extraña sensación de incertidumbre. Esposado, entre los relámpagos azules y rojos, se escuchaba la declaración de su amada.
Las charlas idealistas contra el sionismo, las quejas de su marido, las promesas de amor, Brasil, las noches de amor en el dormitorio, algún día tuvieron la fortaleza de una roca de granito, hoy la astucia de una mujer la transformo en millones de granos de arena que se escurren entre sus manos llenas de tragedia, como todas esas cosas que vivieron. Al parecer todo estaba en su lugar, los sionistas muertos, la policía en la tapa del matutino, y el asesino en la cárcel. Una vez en la patrulla, una mirada de perdón se escapa de los ojos de la joven y lo alcanza atravesando el vidrio trasero del móvil, una mirada que rogaba comprensión, que besaba apasionadamente al cruel asesino. El quizás nunca salga, pero desde el centro del infierno, solo lo mantiene vivo la certeza de que si llega ese día, la buscara hasta encontrarla. Tomara su cuchillo y le cortara la flor más bella del jardín.

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3 comentarios:

  1. Kantauri, creo haber visto la pelicula completa y muy buena, ademas.Un acierto ese desliz de ...esa presumida timidez, besos

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  2. No sabía que era una película. Me gustó y la mujer terminó resultándome simpática y hasta atractiva (¿?). Vaya a saber que parte retorcida de mi psiquis me llevó a sentir eso. Felicitaciones.
    flipi.

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  3. A mi tambien! Y lejos de este cuento, esa mujer existe y a pesar del todo el daño que me ha hecho no puedo mas que cortale una flor. SAludos Flipi!

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"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus

Item Reviewed: La mujer astuta Rating: 5 Reviewed By: Anónimo