Fluía lentamente, a través de canales perfectamente diseñados. El verde teñía el agreste paisaje, de la aldea. Aunque ellos no eran dignos de semejante belleza, se limitaban a procesar las aceitunas. Para ellos simples bolitas esféricas de graciosa textura y sabroso sabor. Los más experimentados se trasladaban fácilmente y realizaban las tareas sin impedimento alguno. Para los novatos en el arte de la noche eterna se colocaban sogas con intervalos de nudos, cada uno indicaba alguna especificación del lugar de donde provenía y hacia donde lo llevaría el extremo de la soga. También existían sonidos diversos que provenían de la capilla indicando determinado momento, ya que el día y la noche se percibían solamente en la piel. Cuando el frío erizaba los bellos se aproximaba la noche, mientras que el intenso calor diurno parecía calcinar sus pies. Trabajaban y pagaban con monedas de oro a su rey, tenían sus momentos de ocio en donde disfrutaban placidamente de la poesía, y desconocían cualquier cosa fuera de las murallas.
Ellos contaban con una historia propia, ficticia por supuesto, morían convencidos que era natural estar privado de la vista. Murallas afuera, se hablaba de ellos como enfermos extremadamente contagiosos, adjudicaban este fenómeno a la “peste del cielo” o “el mal celeste”, seguramente por el color de los ojos. Cuando este fenómeno se detecto, unos cuantos años atrás, el rey ordeno recluirlos en el extremo sur del imperio, los abandono confiado que morirían lejos de la gente sana y como prevención de que se propague esta peste. Nada de esto sucedió, estos se organizaron, y formaron una aldea, se dedicaban al cultivo de olivares de donde extraían el aceite que luego seria enviado fronteras afuera.
Llego a oídos del rey que había un loco profetizando incoherencias y que era extremadamente peligroso para el bien del imperio. Al parecer se dedicaba a leer clandestinamente poesías de sucesos nunca antes oídos. Hablaba de colores, de un circulo dorado en cielo, de algodones blancos, y de una inmensa pared. También endulzaba los oídos de los ciegos con la belleza del Río de oliva, no podía describirlo con palabras, obviamente su crianza no implicaba la descripción de colores y tonos, pero su afición por la poesía lo hacia valerse de metáforas para pintar en el lienzo de las mentes de los ciegos una aproximación casi exacta.
Su padre lo mantuvo oculto durante muchos años, principalmente cuando detecto su enfermedad. Al principio dudaba de su sanidad mental, lo escuchaba hablar de todas esas cosas tan ajenas a su realidad. Divagando entre la forma de las cosas, su apariencia, la exactitud de las distancias y gozando de un sentido de intuición y ubicación único entre sus otros hijos. Al tiempo, fue convenciéndose de las palabras de su hijo, alguna extraña enfermedad le permitía apreciar la realidad de una forma distinta. En resumidas cuentas, para la claridad del lector, tenia un leve porcentaje de visión en su ojo izquierdo. Es lógico que en una civilización que adopta la ceguera como algo natural este personaje fuese visto como un enfermo.
El rey lo mando a llamar, y confirmo sus sospechas. Firmaron un pacto, el joven Rió de Oliva (así lo llamaban por su obsesión con la belleza del río, y las recurrentes prosas que le dedicaba en esas noches de poesía clandestina. Entiéndase noche como el momento para descansar, señalada por las bajas temperaturas) prometió distraer a los ciegos con sus bellas poesías, pero ocultar la cruda verdad. A cambio recibiría unas monedas de oro para que nada le falte a su familia.
La soga anudada atravesaba la calle principal, siempre prendidos como garrapatas la seguían algunos borrachos. Terminaba en la puerta del bar de la aldea donde los hombres llegaban a emborracharse hasta perder el conocimiento. El ya no necesitaba la soga ni los nudos, a pesar de su ceguera, el olor a alcohol era lazarillo suficiente para llegar al bar y esquivar algunos borrachos tirados. Tiro unas monedas de oro sobre la barra invitando a todos a emborracharse, luego de algunas horas de verborragia y obsecuencia acerca de su hijo, se despacho con la verdad. Confeso ingenuamente a los borrachos el origen de las monedas y que la virtud de su hijo no era mas que el reflejo de la discapacidad de toda la aldea. El rumor se propago a través de toda la red de sogas y nudos que tejían la aldea. En la mañana o mejor dicho, cuando el disco dorado calentaba los pies, El joven decidió huir con todas las monedas, aprovechando la discapacidad de los guardias, salto la muralla que lo separaba del resto del imperio con la certidumbre de encontrar del otro lado la comprensión necesaria. Sentirse uno más de la especie junto a aquellos que pueden ver, y abandonar para siempre esa vida mediocre junto a los ciegos.
Sus monedas serian bien recibidas del otro lado de la muralla, pero no el. La gente temía que taiga “la peste del cielo” esa que, según la leyenda, pintaba los ojos de celeste. El joven “Rio de oliva” se convirtió en un apestoso tuerto que debía esconderse en las noches. Ya no era quien había sido, sus monedas no tenían valor, y solo cargaba consigo el desprecio de ambos pueblos. Algunos dicen que volvió, de cualquier manera nadie conocía su rostro. Y que deambula por la aldea, solitario, triste, arrepentido. Algunos desconocen, otros sospechan, pero le restan importancia a su presencia, sus poesías ya no serán bien recibidas en la aldea, más que para el rey y los bufones también pagos. Mientras tanto los ciegos siguieron pintando con sus precariedades sus mentes, su forma de belleza. Esa belleza indigna de detalles pero cargada de imaginación, de pasión e ingenuidad.
Ellos contaban con una historia propia, ficticia por supuesto, morían convencidos que era natural estar privado de la vista. Murallas afuera, se hablaba de ellos como enfermos extremadamente contagiosos, adjudicaban este fenómeno a la “peste del cielo” o “el mal celeste”, seguramente por el color de los ojos. Cuando este fenómeno se detecto, unos cuantos años atrás, el rey ordeno recluirlos en el extremo sur del imperio, los abandono confiado que morirían lejos de la gente sana y como prevención de que se propague esta peste. Nada de esto sucedió, estos se organizaron, y formaron una aldea, se dedicaban al cultivo de olivares de donde extraían el aceite que luego seria enviado fronteras afuera.
Llego a oídos del rey que había un loco profetizando incoherencias y que era extremadamente peligroso para el bien del imperio. Al parecer se dedicaba a leer clandestinamente poesías de sucesos nunca antes oídos. Hablaba de colores, de un circulo dorado en cielo, de algodones blancos, y de una inmensa pared. También endulzaba los oídos de los ciegos con la belleza del Río de oliva, no podía describirlo con palabras, obviamente su crianza no implicaba la descripción de colores y tonos, pero su afición por la poesía lo hacia valerse de metáforas para pintar en el lienzo de las mentes de los ciegos una aproximación casi exacta.
Su padre lo mantuvo oculto durante muchos años, principalmente cuando detecto su enfermedad. Al principio dudaba de su sanidad mental, lo escuchaba hablar de todas esas cosas tan ajenas a su realidad. Divagando entre la forma de las cosas, su apariencia, la exactitud de las distancias y gozando de un sentido de intuición y ubicación único entre sus otros hijos. Al tiempo, fue convenciéndose de las palabras de su hijo, alguna extraña enfermedad le permitía apreciar la realidad de una forma distinta. En resumidas cuentas, para la claridad del lector, tenia un leve porcentaje de visión en su ojo izquierdo. Es lógico que en una civilización que adopta la ceguera como algo natural este personaje fuese visto como un enfermo.
El rey lo mando a llamar, y confirmo sus sospechas. Firmaron un pacto, el joven Rió de Oliva (así lo llamaban por su obsesión con la belleza del río, y las recurrentes prosas que le dedicaba en esas noches de poesía clandestina. Entiéndase noche como el momento para descansar, señalada por las bajas temperaturas) prometió distraer a los ciegos con sus bellas poesías, pero ocultar la cruda verdad. A cambio recibiría unas monedas de oro para que nada le falte a su familia.
La soga anudada atravesaba la calle principal, siempre prendidos como garrapatas la seguían algunos borrachos. Terminaba en la puerta del bar de la aldea donde los hombres llegaban a emborracharse hasta perder el conocimiento. El ya no necesitaba la soga ni los nudos, a pesar de su ceguera, el olor a alcohol era lazarillo suficiente para llegar al bar y esquivar algunos borrachos tirados. Tiro unas monedas de oro sobre la barra invitando a todos a emborracharse, luego de algunas horas de verborragia y obsecuencia acerca de su hijo, se despacho con la verdad. Confeso ingenuamente a los borrachos el origen de las monedas y que la virtud de su hijo no era mas que el reflejo de la discapacidad de toda la aldea. El rumor se propago a través de toda la red de sogas y nudos que tejían la aldea. En la mañana o mejor dicho, cuando el disco dorado calentaba los pies, El joven decidió huir con todas las monedas, aprovechando la discapacidad de los guardias, salto la muralla que lo separaba del resto del imperio con la certidumbre de encontrar del otro lado la comprensión necesaria. Sentirse uno más de la especie junto a aquellos que pueden ver, y abandonar para siempre esa vida mediocre junto a los ciegos.
Sus monedas serian bien recibidas del otro lado de la muralla, pero no el. La gente temía que taiga “la peste del cielo” esa que, según la leyenda, pintaba los ojos de celeste. El joven “Rio de oliva” se convirtió en un apestoso tuerto que debía esconderse en las noches. Ya no era quien había sido, sus monedas no tenían valor, y solo cargaba consigo el desprecio de ambos pueblos. Algunos dicen que volvió, de cualquier manera nadie conocía su rostro. Y que deambula por la aldea, solitario, triste, arrepentido. Algunos desconocen, otros sospechan, pero le restan importancia a su presencia, sus poesías ya no serán bien recibidas en la aldea, más que para el rey y los bufones también pagos. Mientras tanto los ciegos siguieron pintando con sus precariedades sus mentes, su forma de belleza. Esa belleza indigna de detalles pero cargada de imaginación, de pasión e ingenuidad.
Kanta........sos genial!!!!!!!!!
ResponderEliminarUn abarzo....
Ambar...
grandeee, kantaury , usaste la estrategia miguel de cervantes
ResponderEliminary sacaste una nota excelente
grandeee, kantaury , usaste la estrategia miguel de cervantes
ResponderEliminary sacaste una nota excelente
grandeee, kantaury , usaste la estrategia miguel de cervantes
ResponderEliminary sacaste una nota excelente
Gracias Cachuso! Me alegro haber podido transimitir la idea. Un abrazo
ResponderEliminarno se porque se repitio 3 veces , juro que no soy tartamudo, ni tengo mal de san vito
ResponderEliminarExcelente, y muy sutil, nene. Seguí así.
ResponderEliminarmuy bueno Kanta ,jugar a dos puntas no da buenos resultados una vez descubierto ,muy actual ¿ no ?
ResponderEliminarkuma