A mis ojos llega la invitación
de esa luz anaranjada,
indecente, perfumada.
Esquina de ladrillos, paredón
blanqueado a la cal,
y el humo de cigarrillos
que espesa los pasillos.
Se oye un tango pasional,
mano derecha acaricia el bandoneón
se escucha también un curda
que equilibra con la zurda
donde duerme el corazón.
Verseando unos tangos rancios,
de barrio, pena y traición,
suspiros del negro bandoneón
que gime hasta el cansancio,
me persigue con su mirada,
de reojo me desafía,
busca impertinente la mía
que voltea disimulada.
El duelo es inevitable,
la sangre que se hace espesa,
dejo el vaso en la mesa.
Su mirada es insoportable,
imposible de evadir,
se arrima a tranco agrandado
lo espero disimulado
como queriendo eludir
la formal invitación.
Nos batiremos a duelo,
pero no serán tres caídas al suelo
las que terminen la función,
tampoco será el cuchillo
el primer protagonista.
Habrá de penas una lista
interminable, cigarrillo
en mano y tantas copas sean
necesarias para llegar al olvido.
En el ritual de aullidos
mutuos, las penas, bailaran,
y beberemos hasta el amanecer.
Las sillas dadas vuelta
y el curda un bostezo suelta,
ya se ha dejado vencer.
El humo se hace cortina
al salir, el sol baja el telón
de la noche, la función
lentamente se termina.
Kantauri...
de esa luz anaranjada,
indecente, perfumada.
Esquina de ladrillos, paredón
blanqueado a la cal,
y el humo de cigarrillos
que espesa los pasillos.
Se oye un tango pasional,
mano derecha acaricia el bandoneón
se escucha también un curda
que equilibra con la zurda
donde duerme el corazón.
Verseando unos tangos rancios,
de barrio, pena y traición,
suspiros del negro bandoneón
que gime hasta el cansancio,
me persigue con su mirada,
de reojo me desafía,
busca impertinente la mía
que voltea disimulada.
El duelo es inevitable,
la sangre que se hace espesa,
dejo el vaso en la mesa.
Su mirada es insoportable,
imposible de evadir,
se arrima a tranco agrandado
lo espero disimulado
como queriendo eludir
la formal invitación.
Nos batiremos a duelo,
pero no serán tres caídas al suelo
las que terminen la función,
tampoco será el cuchillo
el primer protagonista.
Habrá de penas una lista
interminable, cigarrillo
en mano y tantas copas sean
necesarias para llegar al olvido.
En el ritual de aullidos
mutuos, las penas, bailaran,
y beberemos hasta el amanecer.
Las sillas dadas vuelta
y el curda un bostezo suelta,
ya se ha dejado vencer.
El humo se hace cortina
al salir, el sol baja el telón
de la noche, la función
lentamente se termina.
Kantauri...
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"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus