Ruge y retumba la tormenta
Por la enlutada bóveda del cielo,
Y sobre el dorso de impetuosas ráfagas
Cabalgan las deidades del invierno.
Ni el frígido erial donde vagamos
Sin acierto buscando alguna senda,
Ni un arbusto descubre la mirada
Que el suspirado abrigo nos ofrezca.
Allí en la cueva el hambre que nos mata,
Y fuera de ella el frío que nos hiela;
Entreambos, como rudos cazadores;
Sin piedad nos acosan por doquiera.
Y píntaseles otro en la batida:
Del cargado fusil la saña fiera
Deja sobre la nieve señaladas
Con nuestra roja sangre nuestras huellas...
Tenemos frío, sí; tenemos hambre
Y el mortífero plomo nos asedia
Pero ¿qué importa?... En cambio somos libres.
¿Oh, santa libertad! ¡Bendita seas!
Alejandro Petröffi (1823-1849) húngaro
Por la enlutada bóveda del cielo,
Y sobre el dorso de impetuosas ráfagas
Cabalgan las deidades del invierno.
Ni el frígido erial donde vagamos
Sin acierto buscando alguna senda,
Ni un arbusto descubre la mirada
Que el suspirado abrigo nos ofrezca.
Allí en la cueva el hambre que nos mata,
Y fuera de ella el frío que nos hiela;
Entreambos, como rudos cazadores;
Sin piedad nos acosan por doquiera.
Y píntaseles otro en la batida:
Del cargado fusil la saña fiera
Deja sobre la nieve señaladas
Con nuestra roja sangre nuestras huellas...
Tenemos frío, sí; tenemos hambre
Y el mortífero plomo nos asedia
Pero ¿qué importa?... En cambio somos libres.
¿Oh, santa libertad! ¡Bendita seas!
Alejandro Petröffi (1823-1849) húngaro
Me gusto! Saludos.
ResponderEliminarAndre, que buen rescate de esa dificil e imprescindible libertad, besos
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