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jueves, 5 de marzo de 2009

Aquel viejo pasquín

Durante mucho tiempo formé parte de una clásica barra de café que integrábamos unos treinta sujetos de las más diversas calañas. Cuando a la una cerraba el boliche principal, varios nos trasladábamos a otro abierto las 24 horas, o a jugar al pool para completar la noche, hasta que finalmente el casamiento puso fin a esta época frente la obligación y el placer de formar una familia.
Años más tarde pude volver a ver a muchos de ellos, y con algunos nos seguimos viendo. En una ocasión, luego de 15 años de haber abandonado la barra, entré a mi casa el día de mi cumpleaños y me encontré con una veintena de aquellos amigos en el living. Fue una picardía de mi hijo que los llamó a todos para darme la sorpresa del reencuentro.
Algunos años antes de abandonar las noches con amigos, no sé cómo se me ocurrió hacer la revista de la barra, a la que llamé El Pasquín, una publicación con subtítulos tales como “aparece cuando puede”, “sálvese quien pueda” o “prohibida su reproducción total, parcial o sexual”. Dado su carácter satírico no le dije nada a nadie, y un buen día apareció el primer número misteriosamente pegado en la pared, aunque los siguientes 27 ya no fueron murales: se los entregaba al encargado de boliche y él los repartía.
Al principio nadie sabía quien escribía esa porquería que sacaba trapitos al sol a troche y moche, pero cuando se enteraron, lejos de expulsarme de la barra me gané los apodos de “El traidor” y “Harry el sucio”, pero también comenzaron a alcanzarme con mirada cómplice alguna nota escrita por ellos para reírnos sanamente de nosotros mismos.
Está claro que no era la revista “Gente” sino un mamotreto de 28 páginas de pequeño formato, escrito a máquina, dibujado con birome e impreso en fotoduplicación. Por entonces corría el año 1977 y todas las imprentas tenían la obligación de enviar las publicaciones de sus clientes al Ministerio del Interior. Menos mal que no se me ocurrió decir nada contra el Proceso. En realidad, el único altercado que tuve fue cuando casi ligo una paliza por hacer la caricatura de alguien de otra barra paralela. Desaparecí por un tiempo para aquietar las aguas, aunque luego volví con más números de El Pasquín. Por aquellas lamentables épocas fui tal vez el único desaparecido voluntariamente.
Casi todas las notas hablaban de los integrantes de la barra: historietas, reportajes y biografías imaginarias, ‘novelas’ de misterio o espionaje con entregas donde los personajes éramos nosotros mismos, pero nunca faltaba la sección “Página del Quemo” donde se narraba o se dibujaba alguna inocente felonía, siempre humorísticamente. Tampoco se escatimaban los apodos que la barra misma había creado: “Terapia intensiva” porque no lo puede ver ni la familia, “Aguarrás” porque de lejos parece solvente, “Once coma siete”, el peso específico del plomo para el amigo más pesado, y “Radiador” porque se le pegan todos los bichos, para el parroquiano con las amigas más feas. A propósito, también salía el “Suplemento Femenino” cada 28 días, dedicado a las damas en edad de usar tampones.
De las ‘novelas’ puedo mencionar “El cadáver violeta”, donde asesinaban al dueño del boliche por excederse en los precios, y “Contrabando infernal”, una trama de espionaje donde se pasaban ilegalmente sonajeros. También se publicó una obra de teatro donde intervenían sólo los parroquianos más amarretes, titulada “¿Quién dijo que el aire es gratis?”, y una historieta que contaba las desventuras de una pareja de chorlitos que aterrizó en el boliche bailable de la zona, donde te vendían Paddy en vez de Whisky.
La revista salió unos dos o tres años, hasta que finalmente encuaderné todos los ejemplares y lo doné a la biblioteca de la Sociedad de Fomento del barrio, como para dejar alguna huella de nuestra vida por los cafés.
Pablo Cazau. Marzo 2009.
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7 comentarios:

  1. Muy buen recuerdo Pablo,quien en su juventud no tenia barra de boliche?ya les contare mis andanzas con el turco en el viejo bar La Querencia.
    Un abrazo

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  2. Siempre por lo que leo , supiste divertirte sanamente ,aunque con mucha adrenalina ,por la época en que se desarollaba todo eso .
    Sugiero el copyright de " La página del quemo " para denunciar cosas que sepamos aquí , ¿ Te imaginás ?
    kuma
    alguien me debe una visita ....

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  3. MAD:
    Gracias por comentar. Espero leer pronto las aventuras de La Querencia.

    KUMA:
    Cedo el copyright de La página del quemo para tan buena causa.
    ¿Una visita? ¿Tal vez para reponer aquel diente perdido? Mmmm, bueno, en cualquier momento me decido ahora que terminó el carnaval, porque aquello formaba parte del traje de murguero.

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  4. Pablo siempre soñe con integrar una revista, pero mi discapacidad para relacionarme con la gente de mi edad hizo practicamente imposible cuaquier actividad grupal. Que lindo, me gusta mucho su forma de humor. Es admirable, bueno, quizas para usted es natural, pero e smiuy dificil hacer humor con palabras.

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  5. Kantauri: Bueno, estamos iguales, porque a mi me es muy difícil, si no imposible, hacer esas bellas poesías que usted hace.
    Saludos.

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  6. Para eso estan estos sitios Pablo, no para confrontar por pareceres sino para compartir lo nuestro, que por poco que parezca para otro siempre es admirable. SAludos y me gustaria escuchar mucho mas de esa revista, aunque no sea cierto, nose si me explico...

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  7. Kantauri:
    Lo de la revista es totalmente cierto. Incluso uno de la barra llegó a hacerse algo famoso: Juanse, el líder de la banda de rock Los Ratones Paranoicos.
    Si usted lo desea le puedo enviar por mail El Pasquín, que me tomé la molestia de digitalizar en 3 archivos Word.
    Un saludo.

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"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus

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