Ultimos Posts
miércoles, 7 de enero de 2009

"El Abuelo" ( de historias y anécdotas de La Catanga )

...Ya todos leyeron esta historia. Está un poco más "pulida" y es mi aporte hasta pensar algo nuevo.



José el "Abuelo" comenzó a ser mi mejor amigo de casualidad, como pasa con todos los mejores amigos...Había repetido segundo grado y eso lo convirtió en mi compañero aun cuando tenía un año más que yo. El vivía en La Catanga. Su madre estaba loca y su padre era un despechado de la vida. Le decían el "Mudo"por que así lo dejó una traqueotomía que le habían hecho. LLevaba siempre un pañuelo en la garganta tapando el orificio por el que despedía aire a borbotones y un sonido extraño cada vez que intentaba hablar. Creo que odiaba al mundo y dentro de ese mundo estaba José.
Conocedora de tanta desgracia mi madre como que lo "adoptó". Comenzó a venir a casa para que lo ayudara en el estudio y finalmente compartía con nosotros las comidas y a veces se quedaba a dormir. Y así crecimos juntos. Vacacionaba con mi familia y mi casa era la suya. A mis trece y sus catorce años sucedió algo que marcaría más de lo esperado nuestro destino y que me uniría definitivamente a la Catanga, su barrio. El padre sufrió un ataque y lo llevaron al hospital Penna. Y allí, entre sábanas sucias y pisos polvorientos nunca salió de la sala de guardia...Los médicos lo dejaron abandonado en un mugroso rincón. Con el Abuelo nos limitábamos a vigilar que el suero no desbordara el tachito de chapa, puesto en el suelo para que el piso no se llenara de barro. Los obreros se abrían paso con las carretillas cargadas de escombros empujando las puertas batientes y cantando mientras el padre de José agonizaba...Éramos demasiado chicos para protestar. El mundo parecía darle la razón al Mudo en su odio y resentimiento. Aquel día el mundo era una porquería...
Así fue como el Abuelo tuvo que volver a su casa para hacerse cargo de su madre, y yo comencé a visitarlo y parar en aquel barrio. La Catanga era famosa como un lugar difícil y violento. A mi nunca me lo pareció...Creo que me ayudaban mis habilidades futbolísticas y un talento innato para hacer "sociales". Los adolescentes de la Catanga se manejaban dentro de un universo complejo de describir, pero que a nosotros nos resultaba fácil de entender... Códigos, reglas, estatus, relaciones, eran una telaraña en la que no estaban excentos la valentía, picardía, éxitos deportivos, amorosos y amistades con muchachotes más grandes que servían de aval o padrinazgo. A ellos podíamos recurrir siempre que el problema nos excediera... Yo me sentía como pez en el agua pero no ocurría lo mismo con el Abuelo. Nadie lo quería. Había heredado el despecho y cinismo de su padre y lo hacía notar agrediendo a los demás. Sabía como lastimar egos y era demasiado esmirriado como para que los otros lo soportaran. Más de una vez tuve que tomarme a golpes de puño para defenderlo...
Con los años, primero por que me mudé a Caballito y después por la facultad, dejé de frecuentar La Catanga y al Abuelo. Solo iba de visita cada tanto. En una de esas oportunidades y después de faltar alrededor de un año, me entero de que José se dedicaba a la bebida. Lo fui a ver y su estado era deplorable. A partir de allí traté de ayudarlo dándole trabajos ficticios que justificaran una paga. Lo iba a buscar con el coche y no había manera de arrancarlo de la cama sin una petaca de bebida blanca... Cuando me separo de mi primer mujer esto se termina... Me fui con lo puesto y le dejé el departamento, coche, lotes, plata y entré en un pozo depresivo. Me costó varios años recuperarme y durante todo ese tiempo no lo vi más. Ya estaba viviendo en pareja y en Mar del Plata cuando un día vuelvo a Buenos Aires y decido sorprenderlo...En el Congo me dijeron que estaba en su casa y "de última". Lo encontré postrado y borracho. Me miró fijo hasta reconocerme y guardó silencio para luego insultarme y recriminar mi ausencia... Me senté al borde de la cama y mientras charlaba no dejaba de beber. Habló sobre sus últimas relaciones sexuales y se largó a llorar sin consuelo. Me dijo que me iba a contar algo pero que no se lo dijera a nadie - Sabés que nadie lo va a saber...- Le contesté. Y entonces, bajando la vos como si hubiera algún otro me confió - Flipi, no se me "para" más - Abrí grandes los ojos como mostrándome sorprendido pero en realidad ya lo sabía. También me había enterado de un batifondo que armó en un sauna a raiz de ello. José seguía llorando y asintiendo con la cabeza. - Si flipi... Si ... - De repente me preguntó si era su amigo y si sería capaz de hacer algo por él. - Por supuesto ... - Afirmé - ¿Estás seguro? - Me inquiría apuntándome con el dedo casi en la cara - Si, viejo, si... - Le dije un tanto molesto. Y entonces bajó la mano hasta mi entrepierna...Lo tomé fuerte por las muñecas hasta hacerlo gritar - Borracho de mierda - Le grité. Y me fui diciéndole que al otro día a las diez de la noche pasaría por el club a dejarle algo de plata. Cerré la puerta y los "Perdoná, perdoná..." quedaron atrás junto a José. Hacía mucho frío afuera. Tenía que caminar seis cuadras hasta Amancio Alcorta para conseguir un taxi...Me decía que la vida no le había ahorrado ninguna humillación al Abuelo...
Por la mañana cobré un dinero y fui a la casa de mis padres en Ramos Mejía. Siempre me preguntaban por José pero yo no les contaba sobre su verdadera situación. Me quedé hasta tarde y tomé un coche con la idea de pasar por La Catanga como le había prometido. Pero en el camino me entero de que eran las once y media de la noche. Tenía reservado el vuelo de las 24Hs (más barato) y le pedí al chofer que fuera directamente al Aeroparque. Desde el mostrador tuvieron que avisar que había un pasajero más. Casi lo pierdo...
A la semana retorné a Bs As. y me dirigí a ver al Abuelo para darle la plata... Y me enteré que había muerto. Su tía me puso al tanto; la cirrosis ya le impedía caminar y se negaba a que lo llevaran al Penna... Como ella lo autorizó le dijo que era una hija de puta igual que todos... Igual que todos... Mi querido José.

Me contaron que el coche fúnebre llevaba una sola corona que había comprado Gallina con un cheque sin fondos. Lo fui a ver y le di el dinero que valía. Le dije que sabía que él nunca la había pagado pero que quería que esa corona fuese mia...
Desde entonces le perdí el temor a la muerte. Se que si José se murió no es ninguna hazaña...Nada difícil seguramente.

flipi.
  • Comentar con Google
  • Comentar con Facebook

5 comentarios:

  1. Querido Flipi, es cierto que cada lectura nos encuentra como nuevos lectores, hoy ancle en la frase...la vida no le habia negado ninguna humillacion...reitero, que el amor hacia tu amigo y la posible culpa del abandono se patentizan de modo muy fuerte, besos

    ResponderEliminar
  2. Muy bueno flipi! La verdad me gusto mucho, no la habia leido en Igooh, aunque vi que tenia muchos comentarios! Por otra parte, lei por ahi que quizas habriamos tenido alguna diferencia en algun momento.. me gustaria me la recuerde. SAludos

    ResponderEliminar
  3. Querido Amigo Flipi:
    Un gusto tenerte por acá con la serie de "Anécdotas de la Catanga".

    Un fuerte abrazo
    Bife

    ResponderEliminar
  4. Le cambiasta algunas palabras... Algunos puntos suspensivos.. Quedo bárbaro igual... A veces en igooh las cosas salen de primera mano... y uno parece sentir como corre la sangre en la venas del otro... Hasta en las imperfecciones de algunas palabras... se siente el humano detras, alegre, furioso.. enamorado... triste...
    Pero es del buen escritor hacer la correción... Y recuerdo que hace mucho tiempo, charlando con Maria Esther de Miguel... no se si la recuerdan... ella me dijo... Escribi.. y animate a darlo a leer... porque la práctica y tus lectores amigos.. te van a ir puliendo el estilo.
    ...
    Suerte Flipi... creo que con la isla y los relatos... tenes la mejor compañia que alguien puede pedir.

    Dani.

    ResponderEliminar
  5. Djuna, Bife, Dani, gracias por sus palabras. Son muy amables.
    Kantauri: No tuvimos diferencias ni enfrentamientos verbales. Seguramente por algunas participaciones tuyas en otros comentarios te endilgué un pensamiento diferente al mío. Te pido disculpas por eso...Que en realidad es lo que menos importa, ya que la mayoría de las personas que aprecio en el sitio piensan totalmente diferente a mi... Me estoy acordando, perdoná que me cuelgue, que tenemos un amigo en común,Hernán, al que estaría bueno invitar...Un abrazo y gracias por pasar.

    ResponderEliminar

"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus

Item Reviewed: "El Abuelo" ( de historias y anécdotas de La Catanga ) Rating: 5 Reviewed By: Julio Cavaco