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domingo, 12 de julio de 2009

ABUELA ,DRA HILDA MOLINA ESCRIBE

"Al incorporarse en las 2 patas traseras, un extraño animal abandona para siempre, la felicidad zoológica, para inaugurar la infelicidad metafísica."


/07/09
El encuentro con mis maravillosos nietos
Desde etapas tempranas de mi juventud un gran anhelo anidó en mi corazón: llegar a ser una excelente y feliz abuela. Las conocidas características del asfixiante sistema en que me desenvolví desde la edad de 15 años, y mi casi irracional dedicación al estudio y al trabajo, me privaron de momentos irrepetibles de la existencia de mi adorado hijo, por lo que a manera de consuelo pensaba constantemente que mis nietos lograrían compensar esas pérdidas irreparables. Pero nosotros los cubanos, condenados a padecer el férreo dominio de un régimen totalitario, no hemos tenido ni siquiera el derecho a soñar con un futuro mejor. Mis más puro anhelo, el más dulce de mis sueños fue destrozado cuando los que detentan el poder de forma vitalicia en Cuba, me prohibieron el disfrute de instantes únicos y sublimes de la niñez de los dos maravillosos hijos de mi hijo. Es así que fui privada de momentos irrecuperables de la vida de mi hijo por creer en el sistema aún imperante en mi Patria y trabajar en función de él; y fui privada de momentos irrecuperables de la vida de mis nietos, por decepcionarme de ese sistema y combatirlo pacíficamente.
Sin embargo, el amor siempre vence al odio. Y la Cruzada de Amor desarrollada por mi hijo, por mi nuera y su familia, y por tantos amigos anónimos, traspasó fronteras, sumó solidaridades a nivel planetario, y terminó pulverizando las poderosas barreras de la barbarie totalitaria. Gracias a Dios y a esa Cruzada cuya inexpugnable bandera ha sido el amor, desde el 14 de junio del presente 2009 estoy junto a mis adorables nietos. Sobre ambos, Roberto Carlos (Robertito) de 14 años, y Juan Pablo (Juampi) de 8 años, me dispongo a escribir cientos, tal vez miles de cuartillas. Estas breves líneas son sólo un sentido testimonio de las conmovedoras experiencias inicialmente compartidas con ellos, los dos grandes cariños de mi vida.
El ansiado milagro se produjo en el amanecer del inolvidable 14 de junio: los vi por primera vez en el aeropuerto de Buenos Aires, comenzando en ese preciso minuto el purificado renacer de mi hasta entonces triste existencia. No me es posible describir con palabras aquellos sagrados acontecimientos que se sucedieron con rapidez, que estremecieron hasta el llanto mi viejo y dolorido corazón, y que llevaré eternamente en mi alma como un preciado e inigualable regalo de Dios. Mis nietos, mis añorados tesoros, con la ternura, la naturalidad y la espontaneidad que únicamente los niños son capaces de expresar, se acercaron a mí, me abrazaron, y bendijeron mis oídos llamándome “Abuela”, el más extraordinario título con el que he sido honrada a lo largo de mis 66 años. No acostumbrada a la alegría y temiendo en mi subconsciente que ese tiempo de ensueño terminara, traté de recuperar en un segundo, los catorce y los ocho años que un gobierno despiadado me había robado. Los abracé, los observé, los escuché, aspiré sus fragancias. Y me repetía sin cesar: ¡Son maravillosos mis nietos! ¡Qué bellos son mis nietos! Robertito es alto y precioso físicamente, con esa belleza propia de un adolescente en pleno desarrollo. Juampi es un niño hermoso, muy hermoso. Pero no tardé en comprobar algo que me colmó de una felicidad ilimitada, felicidad esta que se renueva cada vez que los tengo cerca: al mirar el fondo de sus ojos, constaté la misma pureza de alma, la misma límpida transparencia que distinguen a mi hijo y a mi nuera, los excepcionales padres de mis nietos.
Mis horas en este admirable y noble país han transcurrido pletóricas de mis nietos. Cual abuela recién estrenada, vivo en ellos y por ellos, disfrutando de sus lindas y estimulantes presencias, y recordándolos y soñándolos cuando se alejan físicamente. Yo vengo de lo más oscuro de una noche implacable; es por eso que siempre me aproximo a ellos con timidez, como si temiera perturbar su natural felicidad con mi ancestral tristeza. Juampi, dueño de una brillante inteligencia, ha detectado que su nueva abuela apenas sabe recrearse, por lo que me ha convertido en su compañera de juegos y me deleita con sus conversaciones, al tiempo que intenta enseñarme a hablar “en argentino”. Robertito me llena de orgullo por su responsabilidad como estudiante, por sus éxitos en el tenis, su deporte favorito; y me ha brindado su fuerte y querido brazo para que me apoye en él, durante todas las salidas que hemos realizado juntos.
He decidido continuar escribiendo ininterrumpidamente sobre las siempre sorprendentes y prodigiosas vivencias compartidas con mis idolatrados nietos. Deseo que cuando yo abandone este mundo, ellos cuenten con este imperecedero legado de amor. Agradezco a Dios el inmerecido y especialísimo don que me concedió al regalármelos a ambos. Agradezco a Dios porque he logrado comprender que no obstante mis decepciones y desesperanzas, sólo por tenerlos a ellos ha valido la pena vivir. Estoy convencida de que únicamente Robertito y Juampi curarán mis sangrantes heridas. Estoy convencida de que solamente mis maravillosos nietos podrán exorcizar definitivamente los errores, los fracasos, las traiciones, las angustias y los tormentos de mi complicada existencia. Que Dios y la Virgen los bendigan, los protejan, y los hagan crecer como hombres de bien.

¡Bendito sea Dios!

Dra. Hilda Molina

Buenos Aires, 5 de julio del año 2009
Publicado por Editor en 13:37
Etiquetas: Artículos de Hilda Molina


"La única lucha que se pierde, es la que se abandona.
Hasta la victoria .Siempre!!!! !!!!"
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1 comentarios:

"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus

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