ENOJADOS 54: UN MEDIO NO OPOSITOR

ENOJADOS 54: UN MEDIO NO OPOSITOR
Por mi laburo, yo debería tener mi propio auto para ejercer en paz el estrés de creer que puedo estar en varios lugares al mismo tiempo, mientras manejo y hablo por mi ipod… Oh, Dios ¡qué vida apasionante sería ésa! Pero no: en cambio debo conformarme con estar siempre arriba de un taxi o remise, y verme imbricado necesariamente en las complejas charlas que develan la idiosincracia del conductor, eternos bajadores de línea que tratan de demostrar:
a) que vos estás bastante equivocado y
b) que ellos se las saben todas y tienen derecho aconsejarte ¡a vos, pobre mortal, que sólo querías trasladarte desde donde estabas hacia algún lugar al que necesariamente debías llegar!
Algún día voy a relatar mis curiosas experiencias con tacheros. No hoy. Traigo a colación el tema, porque esta semana he conectado –por fin- con un conductor lúcido. Léase: de ideología afín a la mía (¿qué creían?).
- Mirá: yo creo que más que una epidemia de gripe lo que hay aquí es una epidemia de pánico. Mi mujer está loca: todo tiene que ser lavado y desinfectado. Y, al fin y al cabo, ¿dónde está la gripe? ¿Vos conocés a alguien con gripe A?
- Realmente no…
- ¡Ahí tenés! Ningún pasajero me ha contado que tenga alguien con gripe A… El otro día quería ver algún noticiero a la hora que llego a casa ¡en todos de lo único que hablaban era de la gripe! Médicos contestando cientos de preguntas boludas de los periodistas, que contaban más y más boludeces. Pero… ¿dónde está la gripe? ¿Por qué la gente no sale a la calle y toma taxis como todos los días, por qué no va al teatro, a comer afuera, a los prostíbulos? ¡Están todos aterrados! Cuando fue la guerra de las Malvinas, éste era un país en guerra con las grandes potencias y en ningún momento dejé de laburar: todos salían de joda. Ahora, por una simple gripe, se quedan en casita…
Cuando yo era chico me tocó vivir la epidemia de Poliomielitis. El terror se veía igual que lo que pasa ahora: mi papá organizó una pandilla de vecinos que pintaba con cal los árboles y los cordones de la calle, mi mamá lavaba todo a fondo y a mí me colgaba con una alfiler de gancho en la camiseta y junto al corazón una pastilla de alcanfor (como tenían todo el resto de los chicos, por supuesto). Ignoré siempre cuál sería la lógica que llevaba a hacer esto a las madres, a lo mejor algún lector tiene una respuesta.
Me gustó la definición de mi circunstancial taxista: “es una epidemia, pero de pánico”. ¿Qué deberíamos hacer? ¿Ir al boliche de la calle Corrientes que promete en idioma carioca que uno puede “dejar de sufrir”? ¿Olvidarse del tema y chupar birra o drogarse? ¿O continuar lavándose las manos con alcohol en gel hasta que queden más blancas que las del mismísimo (qepd) Michael Jackson?
Volveremos.

Humor Sociedad 14:46:00