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domingo, 18 de enero de 2009

El Noveno Día

Antes de convertirse en ciruja Lechuza había desertado del servicio militar. Y fue desertor hasta los cuarenta años de edad en que la ley lo amparaba y le levantaron la captura. Cada cinco o seis meses la Policía Militar lo iba a buscar a su casa para llevarlo por la fueza. No tenían autoridad para entrar al domicilio y cometían el error de enviar efectivos que no lo conocían. Y Lechuza los atendía personalmente. Les pedía que aguardaran en la puerta que iba a ver si se encontraba y volvía diciendo que lamentablemente no estaba en ese momento... Aunque parezca mentira ese ardid le sirvió durante muchísimos años. Las pocas veces que lo veíamos uniformado era por que la Policía Federal lo "levantaba" de algún boliche por averiguación de antecedentes y le "saltaba" el pedido de captura que lo mandaba al cuartel de cabeza. Pero al poco tiempo volvía a desertar.

Cuando su mujer lo abandonó le dejó una hija, Josefina, que era una niña sumamente dulce. Cada vez que iba a comprar al kiosco de don Miguel, yo la veía en la vereda jugando con sus amigas. Si tenía golosinas las compartía con ella y de paso me quedaba charlando. Lechuza acostumbraba llevarse el índice al párpado inferior para decirme "Ojito con la Finita, eh..." Pero los cuidados de Lechuza para con su hija solo eran broma. Un día desertó como padre y se fue a La Isla a vivir con unos cirujas. Y Josefina se quedó con su abuela cuando solo tenía once años. Nuestra amistad se intensificó a medida que transcurría el tiempo.y juntos tuvimos las primeras experiencias amorosas... Su abuela alentaba y apañaba aquella relación y nos protegía de las posibles sospechas de mis padres. Con los años y recordando algunas circunstancias, me di cuenta que la permisividad de aquella mujer era de un interés malsano, morboso si se quiere. Pero en aquel momento no nos dábamos cuenta de ello.

Yo tenía muchos amigos, Josefina solo me tenía a mi. A los dieciseis años, el fútbol, la Catanga y nuevas amistades me habían atrapado completamente y de a poco la iba dejando de lado. Quería terminar con ella pero me daba muchísima pena. Le había prometido que nunca la dejaría como lo habían hecho sus padres, y me sentía la peor de las personas.

Mientras recuerdo y describo esta historia me vienen a la mente dos cosas: Por un lado la crítica de un lector acerca de que todos mis relatos sobre mi adolescencia en la Catanga giran alrededor de un pene...Y, si... La adolescencia comienza con la pubertad, no es de extrañar entonces que la mayoría de los planteos tengan como epicentro el tema sexual. Y por otra parte me es inevitable una reflexión relacionada a como durante esa etapa de nuestras vidas tendemos a potenciarlo todo. Bien dicen que los chicos dimensionan las cosas. Para mi aquella era una situación tremenda y sin salida. No quería por nada del mundo que Josefina sufriera, pero tampoco seguir a su lado.

Una tarde ventosa en que caminaba mi tristeza y preocupación por av. Saenz, uno de los tantos papelitos que revoloteaban fue a dar contra mi pecho. Pude atraparlo y vi que tenía el rostro de Ceferino Namuncurá. Debajo una oración que (junto a varios "Padres Nuestros" y "Aves Marías") lograrían que al noveno día de leerla y rezar a diario se cumpliera cualquier pedido. "Este negrito me va a salvar", pensé, y me propuse rezar todas las noches para que aquello que me atormentaba tuviera una solución.
La adolescencia me alejó de la iglesia, pero durante mucho tiempo y hasta los 12 años había sido scout de la orden de Don Orione y concurría a la parroquia cotidianamente. Alguna vez el cura del lugar me avergonzó pidiendo ( a todo el cuerpo de scouts formado) un aplauso para mi por rezar todos los días en la capilla... Los rezos no me eran ajenos; y ahora, después de tanto tiempo y por necesidad como suele pasar, volvía a la oración...
Esa misma noche me hinqué de rodillas al lado de la cama, comencé a orar y sucedió algo que nunca antes me había pasado. Cuando decía el Ave María veía a la Virgen teniendo relaciones sexuales. No se trataban de imágenes nítidas por que mi consciente no quería aceptarlo, pero si una especie de flashes de cuerpos y túnicas...No era otra cosa que la negación incosciente de que el "fruto de su vientre..." fuese concebido sin pecado. Cada vez que esto ocurría sacudía la cabeza e iniciaba la oración. Me concentraba para no tener imágenes pero estas se repetían junto a cada rezo. Y de nuevo principiaba todo...Era una verdadera batalla conmigo mismo y solo el agotamiento mental me permitió terminar la cantidad de Aves Marías requeridos. Las rodillas me dolían y ni bien me acosté el sueño me venció.
Los demás días, y a manera de "compensación" por la poca fe en mis oraciones, aprovechaba todos los ratos libres para rezar. Mientras viajaba al colegio o caminaba. En las noches volvían a repetirse las experiencias anteriores. Pero ya no solo decía los A.M nuevamente si no que me flagelaba con cachetazos que me dejaban la cara ardiendo. Tenían que dolerme... Y comencé a temer la llegada de la noche. Aquella lucha me obsesionó tanto que se tornó un objetivo. Ya había olvidado por que rezaba, solo quería hacerlo como antes. Como alguien normal.

La abuela de Josefina me fue a buscar a mi casa y me dijo que el "padre" quería verme. - ¿ Lechuza ? - Pregunté - Si ¡El padre! - Dijo recalcando el rol de progenitor de aquel vago... Fui con ella, que no largaba prenda, preguntándome que cosa estaría ocurrriendo. Y allí estaba Lechuza, al lado de Josefina y vestido como para una cita de empleo. - ¡Que facha! - Le dije sonriente y en tono festivo. Pero Lechuza me tomó del hombro y me indicó una silla agregando - Sentate pibe, tenemos que hablar - Me senté y continuó - Sabés, estoy acá a pedido de Josefina que no se anima a decirte algo - ¿ Y por qué ? - Pregunté mirándola y extendiendo mi mano que no tomó. Y así me enteré de que Josefina no solo ya no me amaba si no que estaba enamorada de otro... Quedé doblemente estupefacto, por la noticia que acababa de recibir y por que aquel era exactamente el noveno día. Lechuza seguía moviendo los labios. Josefina también me hablaba y la vieja se desfiguraba en mil gestos. Yo no los oía. ¡El noveno día! De pronto Fina me abrazó llorando y pidiéndome perdón. Reaccioné acariciándole la espalda y diciéndole que estaba todo bien. Que no se preocupara...El noveno día.
Sentí un alivio tremendo, ya no tendría que enfrentar a mi otro yo, el peor de los contendientes...

Y ya se que no fue un milagro. Lo se. Pero también se que de proponérmelo conseguiría cualquier cosa de la misma manera. Solo que jamás volvería a hacerlo por nada del mundo. Hoy puedo rezar sin tener flashes obscenos aunque dudo de la concepción sin pecado... Y pude conciliar mis Yo en una fe sui géneris, a mi medida... Como hacemos todos.
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15 comentarios:

  1. Flipi.......leerte fué como estar sentada viendo un corto cinematográfico!!!!!!!!,maravilloso.....me conmovió tu historia!!!!!
    Es evidente que rezar sirve,jajajajaja...
    Un abrazooooooooo.
    Ambar...

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  2. Flipi... me siguen atrapando y hechizando tus relatos... con penes o sin ellos. Aunque ese toque de adolescente fogozo... es apasionante y me hace recordar mis sentimientos de la misma época.

    Lei esto una vez... y luego le dije a mi hija Julieta que se siente... y le conté el relato... Se quedó con los ojitos abiertos... "dale dale!.. segui!".. me dijo cuando paré
    justo en la parte donde él pretendia olvidar a Josefia...
    "pobre... es feo no querer lastimar a alguien...".... dijo cuando terminé... y se fue como pensando en algo suyo.
    ....
    despues volvio y me preguntó... "quien es el chabón?" jaja.. un amigo le dije.... "escribe re bien...." remató.

    Te ganaste otra admiradora.
    Besos y te sigo...!
    Dani

    Pd. ahora ... yo me quede pensando en eso de tener que dejar a una mina y no querer lastimarla... es como un estigma flipi..! jaja.. o me parece a mi....
    Beso.

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  3. Perdón... es "fogoso" sin Z.
    bye.

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  4. Y si ,en la juventud todo gira alrededor del pene es inevitable, los primeros amores, los arrimes furtivos, jajaja, bien flipi un abrazo.
    MAD

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  5. Ambar, me alegro que te gustara. Sobre todo que te haya parecido descriptiva como una peli. En cuanto al rezo, si, a mi siempre me sirvió...
    Beso.


    Dani: Ahora respiro aliviado. Pensé que Juli lo había leido todo...En lo que se refiere al estigma tiene que ver más la sensibilidad que la seducción. No soy un tipo seductor, pero no soporto el sufrimiento de los otros, me afecta mucho, sobre todo si soy el motivo. Un beso grande a ambas dos.

    Si Mad, es lo que digo... No quiero decir que todo sea eso, pero es la época de la maduración sexual, tanto física como psiquicamente. Un abrazo.

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  6. Leí en Igooh que era la despedida de la saga de La Catanga.
    Como dirían en la tribuna: Aguante La Catanga, carajo!!!
    Me gustó mucho la crítica de Djuna. Es un texto que no tiene desperdicio. Y lo que más me gusta es que siempre se cuela la ternura, sin excesos.

    Me hiciste acordar a mi tío Fernando, desertor de la colimba. Se fue a vivir a Santiago del Estero mucho tiempo, en donde tuvo su tercer hijo, Matías. Y también desertó de su paternidad. Un beso.

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  7. Hola Ale. Si, cuando leí el comentaio de Djuna me dije "¡Ouch! Cuantas cosas tiene..." Aprovecho para pedirle disculpas acá por que modifiqué mi blog y era la única que me lo comentaba. Ya lo hice en un comentario allí.
    Sabés Ale, eso de desertar es como una vocación. El desertor tiene ese espíritu...Tal ves el servicio militar era la manifestación más común y fácil de ver, pero creo que el desertor es un tipo cómodo, egoista...Por supuesto, como en todo hay excepciones.
    Un beso y gracias por comentar.
    flipi

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  8. Flipi,este relato, ademas de muchos otros temas me llevo a una pregunta...que diferencia a la lealtad de la infidelidad?

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  9. Si que lo leiste Djuna. No me lo planteé pero allí está el tema instalado (el de la lealtad). La misma pregunta podría hacerse respecto a la fidelidad...Para mi son sutilmente diferentes. Creo que la lealtad es siempre con uno mismo aun cuando solo se manifieste en relación a terceros... Es un tema lindo para meditar. Te felicito por lo obsevadora. Beso.
    flipi.

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  10. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  11. Gacias Kantauri. Sos muy amable.
    flipi.

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  12. Hola Flipi. Hoy me llamó mi mamá para avisarme que el 29/1 murió mi tío Fernando, el desertor del que te hablé. Murió en Chile, donde estaba casado y tenía otro hijo, Jerónimo. Tenía 66 años y tuvo un paro cardíaco.
    Hoy lo tuve muy presente cuando practiqué piano porque era muy buen músico. Recé por él y me acordé de muchas cosas: vivió un tiempo en mi casa cuando yo era chica. Se levantaba temprano para tomar mate y hacer yoga. Era un tipo hiper pacifista y fue un precursor en la práctica del yoga porque no estaba para nada de moda. Era bastante raro eso que hacía...pero me gustaba estra con él.
    Fue muy bueno con mi viejo cuando pudo ayudarlo, lo quería mucho.
    Bueno Flipi, me acordé de que lo había nombrado a raíz de tu escrito hacía poquito y hoy me enteré de su muerte. Mi recuerdo-homenaje para mi tío, Fernando Castro.
    Un beso

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  13. Hola Ale: Recién pude acceder a tu comentario por que no se por que motivo me llegan a un correo que casi no utilizo ( no a jcchuno1704@hotmail.com ) Lamento lo de tu tío...La vida nos plantea constantemente ese tipo de "opuestos", tanto en las circunstancias como en las personas. Y suelen haber demasiadas cosas a las que no les encontramos explicación...No se...A lo mejor te parece descolgado, pero no existe la perfección ni todos somos iguales. Acostumbro descargar en estas dos premisas parte de aquello que no puedo entender... También tenía un tío con características similares. Se llamaba Marcos y al igual que el tuyo durante una parte de su vida vivió con nostros (yo era chico). Lo adoraba y sin dudas era su sobrino preferido. Tuvimos una relación muy estrecha hasta el día en que falleció (no hace mucho). El afecto no tiene que ver con el criterio...Y también rezo por él.

    Un abrazo querida Ale.

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  14. Hola Flipi. Por lo que decís de los mails con los comentarios, yo no los recibo. Me llegaron dos al principio pero despúes ninguno más. No sabían que seguían llegando. Sigo de los comentarios viéndolos en la portada.
    Gracias por tus palabras querido amigo. Un beso grande.

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"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus

Item Reviewed: El Noveno Día Rating: 5 Reviewed By: Julio Cavaco