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viernes, 23 de enero de 2009

B. Obama y H. Lanvers desde el jardín


Comparación absolutamente arbitraria de los doctores Barack y Hernán con Chancey Gardiner.
“ ¿Cuál fue la dificultad con Duncan? ¿Con Frank y con Shellman y con tantos otros que consideramos y que nos vimos obligados a rechazar? La dificultad fue siempre que tenían demasiados antecedentes, demasiados. El pasado de un hombre lo mutila: sus antecedentes se convierten en un pantano que invita a escudriñar.
Movió los brazos agitadamente.
Piensen en cambio en Gardiner. Permítanme que haga hincapié en un hecho que acaba de mencionar alguien muy autorizado: Gardiner carece de antecedentes. No es, ni puede resultar objetable para nadie. Tiene buena presencia, se expresa con propiedad y sale bien en la televisión. Además, por lo que atañe a sus opiniones, parece ser uno de los nuestros. Eso es todo. Está muy en claro lo que no es. Gardiner es nuestra única posibilidad.
Schneider apagó su cigarro, aplastándolo.
O'Flaherty acaba de tener un acierto dijo . Algo bueno. Hum... Gardiner, Gardiner.”

(La charla sucede en una reunión del equipo de gobierno que maneja el poder, y que debe definir a su nuevo candidato para... el gobierno de Estados Unidos. Se quejan de la gente con “demasiados antecedentes”, muchos de los cuales son espantosos, lo que los mueve a proponer a alguien con... ¡falta absoluta de antecedentes!. La cita la tomo del libro de Jerzy Kosinsky, “Desde el Jardín”.)
El Coordinador General de una prestigiosa editorial se encontró con un bache importante en sus colecciones. En el momento que creía cubrir todo el espectro del caprichoso mercado de los lectores de libros, a uno de sus amigos se le ocurrió señalarle algo que él temía. Según sus mejores cálculos, se estaba perdiendo un 27% del consumo por no abarcar un rubro.
Al otro día de alcanzar tales inquietantes conclusiones, convocó a la directora de ediciones, quien reconoció compungida tal error y debió ponerse manos a la obra para conseguir “algo” que les permitiera montar una nueva colección.
Convocó de emergencia a su equipo, constituido por cuatro jóvenes emprendedores que fueron desafiados a conseguir en el término de una semana a un autor que comenzara a cubrir las necesidades. Comenzaron con los autores de la editorial y terminaron convocando a cuanto desgraciado hubiera presentado sus obras en el lugar.
El día anterior al vencimiento del plazo, los cuatro estaban aterrados: no tenían la menor idea de cómo salir del paso. Así que se autoconvocaron para un brainstorming al día siguiente, y de aquella reunión nació un nuevo autor. Aquellos cuatro jóvenes eran cuatro graduados de letras con reiterada incursión en la escritura y la corrección, pero nunca como autores, y vieron allí la manera de comenzar. Claro que ninguno de por sí hubiera dado el primer paso si no los desafiara la enorme tarea de “crear” un personaje: el autor definitivo.
Esta es una historia cierta que me tocó vivir relativamente cerca de sus protagonistas, y para ellos crear un texto literario fue una tarea –digamos- menor. La complejización de la tarea devino al momento de tener que adjudicárselo a un autor concreto que –se entenderá- “nunca había nacido” aunque por cuestiones comerciales debía hacerse creer al público que sí tenía existencia física. Por razones obvias de confidencialidad voy a ahorrar el contarles cómo se resolvió.
¿Por qué asocio a Obama y a Lanvers con la obra de Kosinsky? No puede ser casual. Veamos.
Nadie conocía a ambos un tiempo atrás, y por circunstancias particulares hoy son famosos. ¿Existieron siempre alguno de los dos, o son creaciones virtuales? No de esas que se hacen para chatear sin que se sepa quiénes somos, sino entelequias con apariencias más contundentes y redituables.
Si no saben quién es H. Lanvers corran a una librería y miren las vidrieras, o consulten las listas de best sellers o coloquen su nombre en el Google. Lo más irónico es lo que opina su propia madre, quien dice que nunca irá a la presentación de un libro de su hijo porque no es un escritor sino una “operación de marketing”. Todo esto sin leer aún su libro ya archifamoso, y que empiezo a hacerlo recién esta semana. Después les cuento.
De Obama, y "lo que tiene que hacer", se van a ir enterando.
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5 comentarios:

  1. Tengo mucha esperanza en Obama pero tengo que confesar que ya me tiene cansado (y eso que no tengo Tv).

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  2. Querido Juán Carlos, siempre admiré esa facilidad que tenés para observar y analizar las cosas desde un punto de vista diferente. Es una gran nota la de tu debut en Emancipados. Abrazo.
    flipi.

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  3. Muy bienvenido,estimado Carly.....y como casi siempre......con historias y sus paralelos.....gracias......
    Ambar...

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  4. Haha, muchos sabemos que todo se maneja desde el jardin...nunca usaste un bombin?

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  5. Siempre me sorprende tu capacidad de ver muchas caras en una situación, de encontrar las contradicciones. Es maravilloso.
    También creo que es necesario definirse en algunas cosas, pararse en algún lado y decidir.
    Comparar a Obama con Gardiner no me gusta porque si es eso, en todo caso es mucho más que eso. La era del satánico Busch (otro Gardiner más) hizo demasiado daño y es muy bueno que haya terminado.
    Es una alegría grande verte por acá.

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"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus

Item Reviewed: B. Obama y H. Lanvers desde el jardín Rating: 5 Reviewed By: Juan Carlos Gomez