Vivimos inmersos en un mundo de ideas.
Un verdadero caos de ideas en donde todas conviven libremente, no se excluyen unas a otras.
Usamos algunas ideas, abusamos de la mayoría de ellas y somos dependientes de otras ideas, al igual que hacemos en la vida real con los objetos, animales y personas.
Transformamos nuestra realidad cuando utilizamos con lógica algunas ideas.
Nos conflictuamos cuando abusamos de una idea superponiendola con realidades opuestas.
Dependemos cuando creemos ciegamente en algunas de esas ideas y todo nuestro ser termina girando en torno de ella perdiendo de vista a las demás, incluso la realidad.
El dependiente es un inadaptado: no adapta sus ideas a la realidad tangible, sino que pretende que la realidad se adapte a su única idea. Ni siquiera es capaz de pensar que la idea a la cual dedica toda su vida, no es propia, sino de otro que vivió mucho antes que él observando una realidad completamente diferente a la actual. Si esa idea se originó cuando no existía la gravedad terrestre, pretenderá que este hecho físico y observable se adapte a esta dependencia a la idea que toma como propia.
En el mundo de las ideas hay muchas, de las cuales las personas dependen: religiosas, nacionalistas, raciales, políticas, económicas, sociales, filosóficas, etc. Y todas esas ideas están históricamente perimidas salvo por la necesedad de sus dependientes por conservarlas intactas o con actualizaciones que rayan en lo ridículo.
Todas esas ideas podrían ser benéficas si solo fueran usadas como cualquier otra, pero la tendencia es el abuso, la dependencia y el fanatismo. De esa dependencia y fanatismo nacen las guerras ideológicas donde solo puede existir una sola idea.
No nos educan para utilizar sabiamente las ideas, para elegirlas, contrastarlas e intentar transformar la realidad que nos circunda o la visión que tenemos de ella.
Toda nuestra educación está basada en abusar lo mas que se pueda de todas ellas y de todas las cosas reales; pero sobre todo depender de alguna idea y fanatizarse hasta el paroxismo.
Malgastamos nuestros pensamientos en la nada misma, nos hacemos todo el daño que sea posible, buscamos la mejor manera de estropear nuestra vida y la de los demás con conflictos permanentes.
Todavía no nos damos cuenta que solo somos ideas dependiendo de ideas desactualizadas en una realidad que es solo una idea que retrasamos en nuestras luchas ideológicas.
Un verdadero caos de ideas en donde todas conviven libremente, no se excluyen unas a otras.
Usamos algunas ideas, abusamos de la mayoría de ellas y somos dependientes de otras ideas, al igual que hacemos en la vida real con los objetos, animales y personas.
Transformamos nuestra realidad cuando utilizamos con lógica algunas ideas.
Nos conflictuamos cuando abusamos de una idea superponiendola con realidades opuestas.
Dependemos cuando creemos ciegamente en algunas de esas ideas y todo nuestro ser termina girando en torno de ella perdiendo de vista a las demás, incluso la realidad.
El dependiente es un inadaptado: no adapta sus ideas a la realidad tangible, sino que pretende que la realidad se adapte a su única idea. Ni siquiera es capaz de pensar que la idea a la cual dedica toda su vida, no es propia, sino de otro que vivió mucho antes que él observando una realidad completamente diferente a la actual. Si esa idea se originó cuando no existía la gravedad terrestre, pretenderá que este hecho físico y observable se adapte a esta dependencia a la idea que toma como propia.
En el mundo de las ideas hay muchas, de las cuales las personas dependen: religiosas, nacionalistas, raciales, políticas, económicas, sociales, filosóficas, etc. Y todas esas ideas están históricamente perimidas salvo por la necesedad de sus dependientes por conservarlas intactas o con actualizaciones que rayan en lo ridículo.
Todas esas ideas podrían ser benéficas si solo fueran usadas como cualquier otra, pero la tendencia es el abuso, la dependencia y el fanatismo. De esa dependencia y fanatismo nacen las guerras ideológicas donde solo puede existir una sola idea.
No nos educan para utilizar sabiamente las ideas, para elegirlas, contrastarlas e intentar transformar la realidad que nos circunda o la visión que tenemos de ella.
Toda nuestra educación está basada en abusar lo mas que se pueda de todas ellas y de todas las cosas reales; pero sobre todo depender de alguna idea y fanatizarse hasta el paroxismo.
Malgastamos nuestros pensamientos en la nada misma, nos hacemos todo el daño que sea posible, buscamos la mejor manera de estropear nuestra vida y la de los demás con conflictos permanentes.
Todavía no nos damos cuenta que solo somos ideas dependiendo de ideas desactualizadas en una realidad que es solo una idea que retrasamos en nuestras luchas ideológicas.
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"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus