Hay ciudades pequeñas que singuen siendo pueblos, a pesar de la urbanización, de la tecnología o de las apariencias. Hay cosas, que a peser de todos los cambios aparenes, siempre siguen igual. Así cuando abandonó el pueblo par buscar aventuras, la ciudad se escandalizó. No era digno de uno de sus hijos eso de ir en pos de lo desconocido.
No le importó. Sabía que no sería fácil. Nunca era fácil. Pero a los corazones que tienen un soplo de viento, las dificultades no los espantan, porque saben que todo es circunstancial.
No le importó. Sabía que no sería fácil. Nunca era fácil. Pero a los corazones que tienen un soplo de viento, las dificultades no los espantan, porque saben que todo es circunstancial.
Así, aquella mañana, se colgó la mochila al hombro y partió.
Esperaba, bueno, no sabía qué esperar. O sí. Esperaba aventura, romance y realizar muchos sueños .
Subió al ómnibus. Dejó que los primeros rayos del sol le besaran la frente “por última vez”, en su suelo natal. Esas cálidas caricias le llegaron con recuerdos. Recuerdos de sueños perdidos, amores pasados, proyectos cumplidos y a medio cumplir. Suspiró. Su mente vagó por los laberintos de la memoria, y llegó a su alma. Suspiró otra vez. Sabía, tácitamente que todo había cambiado. La Diosa del destino le abría las puertas.
Mientras suspiraba otra vez, volvía al presente. Tomó con decisión la mochila que llevaba consigo. Extrajo una cámara.
Desde la ruta tomó una fotografía. “Una fotografía del pasado” se dijo. Guardó la cámara.
Sabía que en su lugar de destino, no habría nadie. Tendría que abrirse camino. Tendría, que abrirse.
Esperaba, bueno, no sabía qué esperar. O sí. Esperaba aventura, romance y realizar muchos sueños .
Subió al ómnibus. Dejó que los primeros rayos del sol le besaran la frente “por última vez”, en su suelo natal. Esas cálidas caricias le llegaron con recuerdos. Recuerdos de sueños perdidos, amores pasados, proyectos cumplidos y a medio cumplir. Suspiró. Su mente vagó por los laberintos de la memoria, y llegó a su alma. Suspiró otra vez. Sabía, tácitamente que todo había cambiado. La Diosa del destino le abría las puertas.
Mientras suspiraba otra vez, volvía al presente. Tomó con decisión la mochila que llevaba consigo. Extrajo una cámara.
Desde la ruta tomó una fotografía. “Una fotografía del pasado” se dijo. Guardó la cámara.
Sabía que en su lugar de destino, no habría nadie. Tendría que abrirse camino. Tendría, que abrirse.
Bello relato y mas aun la imagen.
ResponderEliminarAndrea,me has hecho llorar,tan sentido tu relato que me ha conmovido tanto!!!!,parecería una partecita de Ambar cuando dijo:¡¡¡"basta me voy"!!!!
ResponderEliminarEs tan dificil tomar una decisión,y luego es tan fácil; que todo viene por añadidura!!!!!!!!!
MUCHAS GRACIAS Andre por ponerme a sentir!!!!
Besos; y abrazos contenedores!!!!
Ambar...
Pecioso y emotivo relato,seguro que supo abrirse a su nuevo destino. linda foto, Besotes;Uru
ResponderEliminarGracias, Adrián.
ResponderEliminarAy Ambar, te daría un abrazote!!!!
Gracias Uruguayita, hay muchas posibilidades ¿no?
Un abrazo y besos!
Andre
Andre!aunque no lo puedas creer,siempre te siento a mi lado!!
ResponderEliminarTu abrazo ha sido muy gratificante!;(lo necesitaba).
Besos linda!
Ambar...
Bellisimo relato, me emocionaste...el atreverse a vivir desplegando las alas.La imagen hace de complemento ideal...un abrazo
ResponderEliminargrafu