Ultimos Posts
viernes, 19 de junio de 2009

SOBRE JULIO LOPEZ

JULIO LOPEZ, TODA LA VERDAD
LAS PRUEBAS DE LA FARSA KIRCHNERISTA (EN UN NUEVO RECORDATORIO)


Como cada fin de año, nuevamente se ha armado la opereta alrededor de la desaparición de Jorge Julio López. Esta vez se ha hecho una especie de reconstrucción del recorrido final hecho por el evaporado albañil la mañana del lunes 18 de septiembre de 2006, a pedido del kirchnerista juez Arnaldo Corazza. Hubo cuatro testigos que marcaron el camino hecho por López esa mañana, cuando salió de su casa en Los Hornos para asistir a la audiencia de alegatos en el juicio contra Miguel Etchecolatz.
Los resultados de la medida fueron reveladores, ya que se demostraron una serie de incongruencias:
1-Julio López debía ir a la audiencia con su sobrino, Hugo Savegnago, pero no lo esperó y se fue antes de su domicilio.
2-Perros de la policía demostraron que López hizo un camino en zigzag, al salir de su casa, como queriendo perder tiempo.
3-Según diario La Nación, el juez destacó que López vivía en un barrio de policías, "con los que tenía un trato de vecinos".
4-Cuatro testigos declararon en la causa que investiga su desaparición que vieron a López caminando por el barrio, en dirección contraria a los tribunales donde lo esperaban, y vestido con ropa diferente a la que usaba para ir a las audiencias.
Esto último demuestra que el albañil no tenía pensado ir a los Tribunales donde lo esperaban —tal cual ha publicado este periódico oportunamente—, sino escapar a Atalaya, en el marco de un plan pergeñado por el mismísimo kirchnerismo.
A continuación, la verdadera trama.


Los simuladores

Jorge Julio López era albañil, vivía en el barrio platense de Los Hornos y tenía 77 años al momento de desaparecer, justamente cuando debía presentarse a la audiencia de alegatos en la causa judicial contra Etchecolatz.
Si bien en un principio se especuló con que podría haberse perdido por un problema de salud, el transcurso del tiempo abonó la hipótesis de un posible secuestro por la importancia de su declaración en el juicio que se le instruyó al referido represor. Así se lo dio a entender a la sociedad y todos los esfuerzos oficiales se conjugaron en pos de reforzar esta hipótesis.
Recordemos que, en su testimonio ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, López aseguró que había sido secuestrado en octubre de 1976, agregando haber sido torturado por Etchecolatz mientras estuvo detenido en la comisaría 8 de La Plata. También contó que pudo ver cómo ejecutaban con disparos en la cabeza a otras dos víctimas: Patricia Dell Orto y su esposo Ambrosio De Marco en el centro clandestino de detención que funcionó en Arana. En ese marco, identificó a Etchecolatz como integrante de la "patota" que ilegalmente lo detuvo en su casa del barrio platense de Los Hornos.
Según allegados al gobierno nacional, la declaración de López fue "fundamental" para encarcelar a Etchecolatz y, por eso, era imprescindible que declarara nuevamente el 18 de septiembre de 2006, fecha en la que el albañil finalmente desapareció.
¿Es tan así? ¿Era fundamental ese testimonio?
Por lo que sostuvieron integrantes del Poder Judicial de La Plata, no lo era. Por caso, el fiscal del juicio, Carlos Dulau Dumm, aseguró que "el testimonio de López fue muy importante, pero tanto como otros". De hecho, se pudo condenar a Etchecolatz sin necesidad de que este brindara una nueva declaración.


"Una operación muy grande"

No son pocas las dudas que han rodeado la desaparición de López, algunas de ellas surgidas de la propia rutina del evaporado testigo. Veamos:
1-El albañil utilizaba todos los días un mismo modelo de zapatillas, del que tenía dos pares. El lunes en que desapareció, las zapatillas quedaron en la casa y el albañil se ausentó calzando un par de borceguíes que nunca usaba.
2-Cuando salía de su domicilio, López tenía la costumbre de cerrar la puerta con llave y después tirar la llave adentro por una ventana. Esta vez se llevó la llave con él.
3-En su casa falta un pequeño cuchillo que el testigo utilizaba, pero que nunca antes había sacado de su domicilio. Todo indica que se lo llevó en esta oportunidad.
A los referidos enigmas se han sumado las dudas surgidas de su propio testimonio ante la justicia. Detalles imposibles de retener, datos que son falaces y dudosas anécdotas, hacen que su declaración sea poco creíble, a punto tal que la titular de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini —de su misma extracción ideológica— ha echado un manto de escepticismo a la cuestión.
"Para nosotros, no es un típico desaparecido. López no fue militante, hay que investigar su trayectoria (...) vive en un barrio de policías, tiene un hermano policía y la familia no habla de que está desaparecido, lo cual es extraño", dijo Bonafini poco después de la evaporación del albañil, al salir de una reunión con el presidente Néstor Kirchner en la Casa Rosada.
La titular de Madres aseguró posteriormente lo mismo que dicen los investigadores hoy en día: que el albañil no era el único testigo de importancia en la causa contra Etchecolatz. Las palabras finales de Bonafini fueron aún más elocuentes, al tildar lo sucedido como una "operación muy grande".
Lo antedicho provocó el consecuente enojo de gran parte de las agrupaciones alineadas al gobierno, pero más aún generó desconcierto. En realidad, Bonafini dijo en voz alta lo mismo que muchos no se animan siquiera a sugerir y que todos sospechan: que el testimonio de López fue digitado por alguien más. Es dable recordar que sus propios familiares admitieron que el albañil nunca había hablado con ellos de los detalles que luego comentara ante los jueces.
Amén de esto, llama la atención que la declaración judicial de López sea tan puntillosa, contradiciendo sus primeros testimonios referidos a su secuestro y en donde aseguraba no recordar detalles concretos del cautiverio que había vivido. Según han publicado otros medios digitales, "su declaración en el juicio por la verdad es totalmente inducida por los jueces. Dice no reconocer a sus torturadores. En el juicio oral da nombres, increíble. Habla que en Arana supuestamente veía por una mirilla todo. Todas las personas que declararon si en algo coincidieron es que en Arana no se podía ver, ya que estaban vendados y atados. Él sí ve por una mirilla. Lo raro es que las mirillas por disposición interna, se abrían de afuera (...) En Arana ve a una persona que llaman Higuita por el parecido con el jugador colombiano, que lo llamaban Higuita. Nuevamente extraño, ya que Higuita en esa fecha tenía 10 años y además no era aún conocido.”
Elocuencia aparte.


La trama oculta

Al día de hoy, a pesar de todo el esfuerzo que asegura haber puesto en este tema, el kirchnerismo no ha logrado dilucidar si López está muerto, secuestrado o perdido. La investigación no avanza, las hipótesis que se barajan son contradictorias y el Gobierno ni siquiera disimula su urgencia por cambiar de tema en la agenda diaria.
Por caso, este periodista intentó sin éxito entrevistar a algún funcionario del Poder Ejecutivo para aclarar algunos de los puntos que no cierran. Todo fue en vano, ya que ni siquiera se logró un comentario off the record.
Esto obligó a que Tribuna de periodistas tuviera que hurgar a través de fuentes no oficiales de diversa índole para poder avanzar en la resolución de este caso. Se consultó a más de veinte informantes, de los cuales menos de la mitad pudo aportar datos fehacientes y contrastables para poder armar este rompecabezas.
Todos coinciden en afirmar que la operación se montó desde el propio Gobierno.
¿Los motivos? Podrían ser varios, de acuerdo a los diferentes comentarios. Aunque ninguna de las razones invocadas se contraponen entre sí. Veamos.
Una de las primeras entrevistas realizadas para este artículo fue con un ex comisario bonaerense de gran influencia actual, quien habló con gran seguridad sobre la cuestión: "El secuestro de López fue digitado por el Gobierno, pero se les 'fue' de las manos. Lo habían sacado en un barquito pesquero en un lugar llamado Atalaya, en el Partido de Magdalena. El gobierno no utilizó para este operativo, ningún servicio de seguridad, sino a un grupo de piqueteros".
De la misma manera, opinó la segunda fuente consultada, relacionada al corazón del PJ bonaerense: "En mi opinión, es una operación del Gobierno. Me inclino por esta teoría ya que los 'paquidermos' (ex represores) no tienen ninguna razón, ni siquiera la causa Etchecolatz, para ir a levantar a un tipo que en realidad zafó de la 'boleta' por haber colaborado con la policía de la provincia".
El tercer informante, conocido "colaborador" de la SIDE, fue más crudo en su relato: "Dicen los sospechosos de siempre que López hizo como Gerez, se entregó a una opereta del Gobierno, pero los 77 pirulos le costaron mucho y el hombre 'quedó duro'. Y que está incinerado... sí, quemado y sus cenizas esparcidas para nunca aparecer."
Pero... ¿por qué el Gobierno habría de secuestrar a López? Todos los consultados coinciden en afirmar que la evaporación del albañil fue planificada para poder lograr la "excusa perfecta" que permita al kirchnerismo avanzar contra los jerarcas de la sangrienta dictadura militar. Al mismo tiempo, se lograría quitar "prestigio" a diversas organizaciones de derecha que comienzan a crecer a nivel popular, como los Familiares de las víctimas de la guerrilla.
Esa certeza fue aportada por la cuarta fuente consultada por este periódico, un ex agente inorgánico de la SIDE que revistó durante dos décadas en esa dependencia del Estado: "López abandonó su hábitat en forma voluntaria, pero aconsejado y acompañado por alguien que lo convenció de la necesidad de ocultarse unos días para evitar represalias contra él y su familia por sus declaraciones en el juicio a Miguel Etchecolatz y de paso generar un clima adverso para la marcha de los familiares de víctimas de la subversión del día 5 de octubre. Pensá que, primer lugar, la declaración (de López) está firme y el objetivo cumplido. Además, si de escarmiento se trata, lo hubieran matado —y de forma horrorosa— antes de prestar su declaración. Si el mensaje es para los demás testigos, ya hubieran hecho aparecer el cuerpo."


Todos coinciden, pero entonces, ¿quién se llevó a López?

En medio de la incesante catarata de informaciones sobre la supuesta desaparición de Luis Gerez, apareció en los medios un interesante —aunque breve— testimonio que pasó totalmente inadvertido para la sociedad: un gestor llamado Jorge Scanio aseguró haber visto a Jorge Julio López el 1º de octubre de 2006 durante una visita a la estancia San Genaro, de San Miguel del Monte, adonde había ido por pedido de un cliente, para verificar si estaba ocupada.
Lo interesante de la noticia es que el gestor afirmó que López estaba en mal estado y rodeado de un grupo de personas armadas. Alfredo Divinicenzi, el periodista que logró el testimonio de Scanio, sostuvo que esos dichos "salpican a los gobiernos nacional y provincial."
¿Quiénes eran los hombres armados? El último testimonio recogido por quien escribe estas líneas, pone la lupa sobre un ex funcionario muy cercano al kirchnerismo que posee una logística coincidente a la referida por Scanio.
"Es evidente que las personas que ocultaron a López con toda seguridad han contado con toda la logística y el suficiente poder económico, político e impunidad judicial para tenerlo escondido el tiempo que sea necesario, sin sentirse incómodos por la recompensa de $ 200.000 y hoy aumentada a $ 400.000 ofrecida por Solá, capaz de fisurar los códigos de silencio de cualquier aparato delictivo", aseguró el informante.
Sea como fuere, este periódico fue a la búsqueda del testigo Scanio. El encuentro se dio en una confitería ubicada en la zona norte del conurbano, a metros de una conocida estación de tren.
Scanio es un incansable fumador y la historia que lleva consigo parece imposible, tremenda. Vulnera toda posibilidad de tolerancia humana. Todo ha comenzado a fines del año 2005, cuando un hombre llamado Roberto Montenegro hizo un contrato de arrendamiento de un campo denominado "San Genaro", ubicado en el Km 135 de la Ruta Nacional Nº 3, en San Miguel del Monte, provincia de Buenos Aires. Al momento de visitar el lugar, el locatario hizo un exhaustivo examen de todo, incluida la vivienda ubicada dentro del campo que estaba por alquilar. Allí pudo observar con enorme sorpresa que en el sótano de la vivienda había unos diez calabozos con puertas de chapa, "pasaplatos" y cerramientos pasadores. En el mismo lugar, Montenegro vio morteros, balas y diferente tipo de armas de fuego.
Partió raudo el hombre, pero volvió al día siguiente para tomar posesión del alquilado campo. Pudo ver entonces que había varios patrulleros esperando por él. Uno de ellos —sin permitirle decir palabra— lo llevó detenido, acusado de "usurpar" el lugar. Consecuentemente se le inició una causa en la Justicia que terminó de manera insólita. "Está todo bien, sus papeles están en regla, pero le aconsejo que no vuelva a ese lugar. Olvídese del campo", le dijeron en la fiscalía de Chascomús a Montenegro.
Así lo hizo, se fue a su casa y masticó la bronca de haber perdido una suculenta suma de dinero en un esquivo alquiler. Pasaron los meses, el enojo no se iba y pensó en una alternativa que podría calmar su ansiedad: llamaría a su amigo Jorge Scanio, gestor él, para que averiguara qué terrible secreto se escondía en ese campo que le quitaba el sueño cada noche.
Aceptó Scanio sin dudar y partió raudo el 1º de octubre de 2006 a visitar el misterioso lugar. Simuló un desperfecto en su automóvil y bajó a pedir agua con una botella vacía, su idea era entablar conversación con alguna persona del lugar y poder enterarse de los detalles de ese campo ¿Quién era el dueño? ¿Qué actividades se hacían allí? ¿Por qué tanto misterio por parte de Montenegro? Eran preguntas que Scanio no podía dejar de hacerse.
Eran las cinco de la tarde y nadie asomaba por el lugar. Mientras, el gestor avanzaba, dirigiéndose a la casa que se encontraba dentro del campo y que parecía ubicarse a no menos de 200 metros de donde él estaba. Avanzaba y pensaba. Pensaba y avanzaba. ¿Qué decir cuando me vean? ¿Creerán a historia del auto?
Algo cortó el pensamiento de Scanio. Fue abrupto. La aparición de un grupo de personas que salían de la casa a la que él inexorablemente se acercaba. Eran dos; no, tres; cuatro ahora. Estaban armados, no había dudas de ello. Mejor esconderse, pensó el gestor, mientras se ponía detrás de un árbol.
Y en el medio de ese movimiento, vio lo que no tenía que ver: un hombre mayor, custodiado por estos personajes. "¿A quién se parece?", pensó. La respuesta llegó inmediatamente a su cabeza, como un rayo paralizante de sus sentidos. "¡Es Julio López!", se dijo. No había dudas, la enorme cantidad de carteles sobre la desaparición del anciano no dejaban margen para el error.
Allí estaba, pues, López, en medio de cuatro hombres armados con Itakas que lo custodiaban. Vestía un jogging negro con un cuellito blanco y sus manos temblaban. Mientras lo vigilaban, el viejo se sentó en los escalones de la entrada de la casa, apoyando sus manos sobre las rodillas. Era López, ya no había dudas.
Veinte o treinta minutos ¿Cuánto tiempo había pasado? No importaba realmente, Scanio sólo quería salir de allí como fuera. Esperó a que todos entraran nuevamente a la vivienda y se marchó. Necesitaba urgentemente salir de ese lugar. No podía esperar para llamar a su amigo Montenegro y contarle todo.


El día después de mañana

"¡Vi al desaparecido Julio López en el campo que me mandaste a investigar!", dijo Scanio a Montenegro cuando pudo hablar con él. Le contó todo lo que había vivido con la voz temblante y asegurándole que volvería al lugar para indagar más sobre el tema. Montenegro le creyó cada palabra ¿Por qué no iba a hacerlo? Se conocían hacía bastante tiempo y Scanio jamás le había dicho algo que no fuera real.
El 8 de octubre siguiente, el gestor volvió al campo que le provocaba tanta curiosidad. No se detuvo esta vez, sólo atinó a pasar con su coche a baja velocidad. Esta vez pudo observar que había al menos tres tranqueras de acceso al lugar, una de las cuales no dejaba de llamarle la atención porque mostraba máquinas de vialidad junto a sus respectivos empleados.
Esos mismos trabajadores abrieron un de las tranqueras para permitir el paso de dos Volkswagen Bora color negro, los cuales salían justamente del campo "San Genaro". Pasó una vez, dos veces, tres veces. Scanio quería ver más, estaba obsesionado con ese lugar. Paró, sacó fotos y partió raudamente hacia su casa.
Hizo unos pocos kilómetros cuando observó que una camioneta se puso detrás de su vehículo. Scanio se tiró hacia la banquina, dándole el paso, pero no era eso lo que quería el otro conductor.
El gestor fue rozado por el otro vehículo, que avanzó muy lentamente por el costado de su automóvil. Cuando estaba a la altura del motor, la camioneta hizo una maniobra brusca para encerrarlo, lo cual obligó a Scanio a circular por la banquina. El mensaje fue claro y el miedo se apoderó de su persona ¿En qué se había metido? Por las dudas tomó los datos de la patente de la camioneta, tal vez allí se escondería parte de la trama oculta de lo sucedido con Julio López.
A las pocas horas, supo que la chapa DWR308, que identificaba a la camioneta, pertenecía al CUIT 30-54669051-9. Pero ¿a quién pertenecería a su vez ese código tributario?
Con el número a cuestas, pidió un informe a la empresa Fidelitas —una especie de Veraz— y allí observó con horror que el vehículo pertenecía a la "Contaduría General del Ejército" (Ver al pie). El miedo se apoderaba de su persona de manera elocuente. ¿Qué hacer frente a esto? Habló con su amigo Montenegro y con integrantes de su propia familia y llegó a la conclusión de que debía hacer la denuncia correspondiente.
Alguien le dijo que fuera a ver al Procurador General de la Nación y así lo hizo. El 10 de octubre siguiente se dirigió a la calle Guido 1577, de la Ciudad de Buenos Aires, para contar su verdad. Allí se entrevistó con un funcionario que escuchó pacientemente su relato y empezó una historia insólita, imperdible.
Así me lo ha contado el propio Scanio en nuestra entrevista: "Desde la procuración llamaron al ministro del Interior, Aníbal Fernández para repetir lo que yo había dicho minutos antes. Fernández dijo, preocupado, lo siguiente: 'este hombre nunca estuvo en la procuración y este llamado no existió. Díganle que vaya a su casa que personal de la SIDE lo va a contactar en las próximas horas'.
Así lo hice, me fui a mi casa y por la noche me contactaron agentes de la SIDE para que les contara todo lo que sabía. Nos encontramos en una estación de servicio de la zona de Moreno y les dije todo. Me aseguraron que iban a allanar el campo y que verían qué encontraban allí. Me dieron también su número de Nextel para que estemos comunicados, prometieron contactarse al día siguiente conmigo. Pasaron los días y viendo que no pasaba nada, me contacté yo con el Nextel que me dejaron (y que aún conservo). Lo que pasó allí me dejó sin palabras".


Muchachos serviciales

"¿Qué pasó muchachos, se olvidaron de mi?", dijo Jorge Scanio a su "servicial" interlocutor de Nextel.
"¿Cómo andás? Parece que lo que dijo el muchacho es verdad. Lo de abajo también", le respondieron crípticamente. El gestor se dio cuenta en el acto de dos cosas: uno, lo estaban confundiendo con alguien más; dos, lo de "abajo" parecía sonar a lo de los calabozos de la casa de campo.
A partir de ese momento Scanio empezó a dudar de todo y de todos. Pidió un nuevo informe financiero a Fidelitas sobre el CUIT perteneciente al dominio de la camioneta que lo sacó de la ruta 3 y se asombró una vez más: aunque seguía perteneciendo a la "Contaduría General del Ejército", esta vez el detalle financiero de esa entidad no registraba el detalle de deudas y cheques rechazados que tenía en su primera consulta. ¿Acaso alguien había "limpiado" la historia financiera de la institución? ¿Cómo pudo hacerse a tan pocos días de diferencia de las consultas? ¿Para qué?
Supo en ese momento que debía dirigirse a la Justicia, por su seguridad y por la de su familia. A esos efectos, se dirigió a una fiscalía de la provincia de Buenos Aires y declaró todo lo que sabía. Todo lo dicho fue ratificado por Scanio días más tarde en la causa judicial que investiga la desaparición de Jorge Julio López.



Fue el comienzo de algunos de sus problemas y el disparador para enviar a su familia a vivir al sur del país. Hoy en día, el gestor no se anima a salir del partido donde vive y desconfía de todos aquellos que cruza por la calle. Vive temiendo que algo le suceda y limita sus contactos a personas de su más cercana intimidad.
Sabe que ha tocado intereses poderosos y cree que el alejamiento de cierta gente de su entorno se debe a este motivo. Por caso, hay periodistas que lo han entrevistado y que luego han sido presionados por los directivos de los medios en los que se desempeñan para que no se haga público su testimonio.
...
"Scanio es un testigo poco confiable", me dijo una fuente judicial de La Plata hace unos días.
"¿Por qué dice eso? ¿Puedo publicar lo que me está diciendo?", pregunté entonces a mi ocasional interlocutor. La primera pregunta no la pudo responder, la segunda fue un rotundo "no". Eso me dio la pauta de que Scanio no mentía.
Luego hablé con Roberto Montenegro, aquel que había alquilado el campo "San Genaro", quien no sólo ratificó lo dicho por Scanio sino que agregó lo suyo acerca de que en la casa referida había calabozos y armas. "Yo hablé con los vecinos de la zona y me dijeron en ese lugar era usual ver a conocidos políticos kirchneristas. No puedo decirte mucho más por teléfono", me aseguró Montenegro, justo antes de ofrecerme todos los papeles que demostraban que era locatario del campo referido.
Hay algo más que da credibilidad a los testimonios de ambos testigos: ninguno de ellos quiere dinero y ambos buscan pasar desapercibidos en este tema. Sólo quieren que se esclarezca el tema López.


El principio era el verbo

A principios de 2007, Tribuna de periodistas comenzó su investigación sobre la desaparición de Julio López. La indagación produjo una serie de pruebas que fueron ofrecidas a diversos referentes políticos, como Ricardo López Murphy (1), Vilma Ripoll, Esteban Bullrich, Ricardo Gil Lavedra y el abogado de Derechos Humanos Marcelo Parrilli.
Tiempo antes, el mismo material le fue ofrecido a las abogadas de la familia López, Myriam Bergman y Guadalupe Godoy. El ofrecimiento fue reiterado el día 21 de febrero a Bergman con el siguiente texto: “Insisto en pedirte que me contactes con la familia López, tengo información que quiero aportarles sobre la desaparición de su padre (sic)". Dicho texto fue firmado por quien escribe estas líneas y, para que no hubiera suspicacias sobre un posible interés económico, se aclaró que la colaboración era “desinteresada por completo”.
  • Comentar con Google
  • Comentar con Facebook

0 comentarios:

Publicar un comentario

"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus

Fecha: SOBRE JULIO LOPEZ Rating: 5 Escrito por: cachu