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miércoles, 3 de junio de 2009

Articulo de Oscar Espinoza Melo








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ANTICIPO DE LIBRO: LA ERUPCIÓN
EXPLOSIVA OBRA DE EX EMBAJADOR SPINOSA MELO

Desde noviembre de 1993, cuando publiqué Sobre el Volcán, hoy agotado, han pasado dieciséis años. Convendría recordar a mis lectores las razones que me llevaron a publicar mi primer libro. Soy un diplomático de carrera. Ingresé a la Cancillería por concurso de oposiciones en 1967. Con distintas alternativas, paso a paso, grado a grado y luego de recibir tres acuerdos del Senado de la Nación, alcancé en 1990 el último grado de la carrera diplomática: Embajador Extraordinario y Plenipotenciario. Como tal, fui destinado a Chile, uno de los destinos más importantes y difíciles de la diplomacia argentina. Había prestado servicios en la entonces Unión Soviética, en Dinamarca, en Irlanda, en Italia como Cónsul en Venecia y en Arabia Saudita y finalmente en Chile como Jefe de Misión. Pese a provenir de una familia antiperonista, por convicción, milité en el Justicialismo. Fui Congresal Metropolitano y Congresal Nacional por la Capital Federal. Apoyé a Menem desde 1984, porque creí que era la posibilidad de volver a las fuentes. A los principios que habían dado origen al Movimiento de masas más grande que a visto América. Fíjense hoy, mis lectores en el 2009, la influencia y preponderancia que tiene todavía en la vida nacional el peronismo. Menem, hombre del interior, era en aquél entonces uno de los que representaba la Renovación del Justicialismo. No fui el único en creerle. El ex-Presidente Duhalde, a quien algo le debe el país, también pensaba lo mismo. No fuimos tampoco los únicos en equivocarnos. Equivocarse no es un pecado. Pecado es perseverar en el error. Es cierto que fue gracias a Menem que llegué a ser Embajador en Chile. Pero no lo fui para ser cómplice de intereses espúreos. Lo fui para defender como diplomático de carrera, los intereses de nuestro país y una integración largamente postergada. Tenía claramente en mi memoria los obstáculos que interfirieron la gestión de mi padrastro, el Dr. Carlos Herrera, que me precedió veintisiete años antes en el cargo. Sabía de las dificultades que me aguardaban. El más difícil, el de siempre, era la eterna cuestión de los límites pendientes de demarcación, y me propuse terminarla. Y casi lo logré por completo. Fueron 22 las cuestiones que conseguí finiquitar. Me quedaron pendientes Lago o Laguna del Desierto y Los Hielos Continentales. Ambos temas estan tratados desarrollados en otros capítulos más adelante. Es el día de hoy, que tratadistas e investigadores del mundo me visitan para conocer detalles sobre lo ocurrido en ese entonces. Para lo que no estaba preparado era para facilitar “negociados” que las entonces autoridades argentinas y chilenas, querían “concretar” para hacer “caja”. Poco a poco fui descubriendo cosas que ignoraba. Puedo tener un rapto de ingenuidad. Pero hasta ahora nadie ha dicho que soy “sonso”. El oponerme férreamente al latrocinio menemista y de algunos “trasandinos” como era la contratación directa de la construcción del Gasoducto entre la Provincia de Neuquén y Santiago de Chile, me costo la más feroz de las persecuciones que duró casi hasta el día de hoy. Tendré muchos defectos, habré cometido un sinfín de errores, pero no soy ladrón como los menemistas y sus cómplices. Eso, y negarme a aceptar la entrega de territorio nacional que proponían sectores “vendepatrias” en nuestra Cancillería encabezados por Di Tella, Cisneros y Olima, como fue el caso de la “Poligonal” en los Hielos Continentales, significó que me separaron en forma ilegal de mi cargo y me despojaron de mi retiro como Embajador . No me pudieron matar, pese a que lo intentaron, ¡y vaya si lo deseaban! por una especial protección de la Divina Providencia. A todo ello puso fin la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el 2006 con un fallo que por amplia mayoría, puso fin a un estado de arbitrariedad e injusticia. Menem y sus alquilones trataron de arruinarme de todas las formas posibles. Montaron una increíble campaña de prensa con el intento de desacreditarme y hacerme no creíble. Me ví obligado a vender uno a uno los pocos bienes que poseía para seguir viviendo. Sobreviví gracias el apoyo de mis amigos y, fundamentalmente, de mi madre que no se caracteriza por la amplitud de su generosidad… Durante diez años viví en un pequeño y modesto departamento en La Boca. En un sitio llamado Catalinas Sur. Rodeado de jardines esplendidos y de gente de bien. Es más, quise mucho ese lugar y el barrio. Estoy satisfecho con lo que hice. No tengo nada en mi vida pública o privada de que arrepentirme y si algún error cometí —equivocarme con Menem— o alguna “femina” lo pagué caro. Por eso, cuando me reprocharon que no contase más cosas en “Sobre El Volcán”, ya que los lectores intuían, a través de la narrativa, que había mucho más para decir, resolví escribir “La Erupción” En aquél momento tuve mis motivos para callar. También he postergado varias veces la publicación de “La Erupción”. Hoy, considero que ha llegado el momento de exponer públicamente lo que reservé hace ya tanto tiempo. y poner a la consideración de mis compatriotas mi opinión sobre algunos de los sucesos y personajes de una década que ha superó con creces aquella justamente calificada de infame. No evito hacer referencia a los angustiosos momentos que me han tocado vivir. Nunca en la historia argentina un diplomático de carrera fue calumniado por una campaña de prensa financiada por su propio gobierno y sobre todo, el silencio cómplice de mis ”colegas”. Ninguno de los cuales, sabiendo perfectamente lo que estaba ocurriendo, fue capaz de alzar su voz para defenderme...Hoy lo están pagando y caro. La “Carrera” está muerta, y lo saben... La Ley 20.957 vive sus últimos momentos de agonía y, sin querer ser profeta, me atrevo a asegurar que luego de las próximas elecciones Presidenciales del 2007 será reemplazada por otra que refleje en forma más eficiente las necesidades nacionales. Y volviendo a mí, nada me fue ahorrado en la llamada técnica de "goteo" para descalificarme, desprestigiarme y tratar de lograr ante la opinión pública que nada de lo que yo dijese fuera creíble, como ya lo he afirmado en párrafos anteriores.En dos ocasiones se intentó arrojarme a la cárcel, donde es tan fácil fraguar un incidente que culmine con "muerte en riña", o lograr un "suicidio". De haberlo conseguido, habría terminado una preocupación para la “mafia” que durante diez años tuvimos como gobierno. Nadie hubiese protestado y yo habría acabado tal como lo hacía presumir la imagen que se trató de formar en la opinión pública. Es más, pensando que volverían al “poder”, la mano derecha de Menem negoció con un sector de la Policía Federal encarnado en uno de sus entonces más altos jerarcas, un Comisario “Garcuchetti”, que tratara de “borrarme del mapa” pues mi supervivencia era un peligro para los delincuentes que pretendían retornar. Pero no lo consiguieron. Los corruptos, los socios de los traficantes de armas y los narcos, los ladrones públicos que se apoderaron de nuestra patria, y que son los enemigos de todos los argentinos de bien, fracasaron. No querían que este libro —muchos de cuyos capítulos conocen— fuera publicado. A ellos, una vez más, debo recordarles que “El secreto de las victorias hay que buscarlo en el corazón de los hombres”. Al menos así opinaba Federico, el gran Rey de Prusia. Y fue también la entereza, nacida de los principios que me inculcaron mis mayores, la que, como dijo mi amigo Toto Acosta Aquino, corrector de "Sobre el Volcán", me hizo aguantar. Aguantar hasta hoy, marzo del 2009. Aguantar los agravios y las trampas que el menemismo y sus cómplices. me prepararon sin reposo. Es sorprendente que en todos estos años, nadie se halla molestado o accionado en mi contra por lo dicho en "Sobre el Volcán". Además de las incontables declaraciones públicas que he formulado a través de distintos medios de prensa... "El que calla otorga" y vaya si han otorgado y callado Menem, el "efebo" Cisneros, frustrado “canciller” si ganaba el turquito bandido, el embajador "amante del tango" Figueroa y tantos otros a quienes he mencionado a ambos lados de los Andes. Por eso hoy, en ese libre ejercicio de hacer correr la pluma, he vuelto a la carga. Con ganas de tocarle la "resbalosa" final a todos ellos. A Menem, que ya no existe, excrecencia humana que, en virtud de errores de nuestra Constitución, pudo obtener impunidad a través de una banca por la minoría en el Senado… Y una vez más y siempre, vuelvo a pedir perdón a los chicos pobres, a los chicos ricos y a todos aquellos a quienes, hace mucho tiempo, ayudé a engañar con ese espanto contemporáneo que fue el "menemismo". Estafa a la razón, la esperanza y la ilusión. Vuelvan como agujas a mi memoria, las ya muy lejanas palabras de esa mujer esplendida que fue mi amiga Telma Stefani: "Oscarcito, no te olvides que Carlos no tiene amigos, y que para estar cerca de él se necesitan tres condiciones no excluyentes: ser drogradicto, pederasta o deshonesto". Pobre, pensé, ¡está loca! Después saltó al vacío... Cuánta razón tenía!!! Estoy convencido —y no se trata de una expresión de deseos— que Carlos Menem, despues de huir como lo que siempre ha sido, un cobarde, tal como lo definió acertadamente el Presidente Kirchner, se fue del poder, para nunca más volver. Menem solo falta que lo encuentre su oscuro final. La plata mal habida no sirve en estas circunstancias. Por el contrario, acelera el final. A buen entendedor... No puede ni salir a la calle, lo mismo que le ocurre al sucesor “muletto” que inventó: Fernando “el dormilón”. Por eso, como dicen las estrofas del himno de Colombia, y a pesar de todas las dificultades que aún tengamos que sufrir: Por eso creo que “AL FIN CESÓ LA HORRIBLE NOCHE”.
Oscar Spinosa Melo
*El libro será publicado por editorial Catalinas Sur
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"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus

Fecha: Articulo de Oscar Espinoza Melo Rating: 5 Escrito por: cachu