Desperté un buen día
con el mal de Funes,
sufriendo las corrosiones
del tiempo. Percibía
cambios en mi rostro
momento a momento.
El trágico nacimiento
de las arruga me mostró
esta terrible dolencia.
Me veía envejeciendo
lentamente, sufriendo
de una brutal impotencia.
Pensé que el tiempo corría
más rápidamente, acelerado,
pensé que se había ensañado
conmigo, el tiempo seguía
en su caudal y afluente
normal, mi percepción
alteraba trágicamente la noción
de su paso. Mientras la gente
seguía, de a poco, envejeciendo.
Durante un café, alternaban
sus rostros, desfiguraban
sus manos. Seguía viendo
sus dientes como tornaban
tenuemente en amarillo.
Percibía como el cigarrillo,
opacaba, mientras pitaban,
las paredes color pastel.
Sufría los embates de la memoria
perfecta. Lentamente me moría
sin sentir agonía, la piel
se arrugaba, tenia menos cabello
que unos segundo atrás.
Lo imperceptible y además
lo progresivo, era aquello
que me torturaba del espejo.
El memorioso Funes, ese viejo
postrado en un libro añejo,
hoy me alcanza, soy su reflejo.
Kantauri
con el mal de Funes,
sufriendo las corrosiones
del tiempo. Percibía
cambios en mi rostro
momento a momento.
El trágico nacimiento
de las arruga me mostró
esta terrible dolencia.
Me veía envejeciendo
lentamente, sufriendo
de una brutal impotencia.
Pensé que el tiempo corría
más rápidamente, acelerado,
pensé que se había ensañado
conmigo, el tiempo seguía
en su caudal y afluente
normal, mi percepción
alteraba trágicamente la noción
de su paso. Mientras la gente
seguía, de a poco, envejeciendo.
Durante un café, alternaban
sus rostros, desfiguraban
sus manos. Seguía viendo
sus dientes como tornaban
tenuemente en amarillo.
Percibía como el cigarrillo,
opacaba, mientras pitaban,
las paredes color pastel.
Sufría los embates de la memoria
perfecta. Lentamente me moría
sin sentir agonía, la piel
se arrugaba, tenia menos cabello
que unos segundo atrás.
Lo imperceptible y además
lo progresivo, era aquello
que me torturaba del espejo.
El memorioso Funes, ese viejo
postrado en un libro añejo,
hoy me alcanza, soy su reflejo.
Kantauri
Qué cuento impresionante. Lo tuve que leer en la facultad cuando estudiábamos el tema de la memoria.
ResponderEliminarMe impresionó mucho.
Tu poema también. Te felicito Kanta.
Un beso, Alita