Existen en el mundo distintos monasterios que implican, para el monje (cualquiera sea su religión) un difícil y austero trabajo sobre sí: ayunos, rezos, privaciones, silencio, soledad... Y existen también personas en todo el mundo que internamente son, -por decirlo de algún modo-, monjes laicos: no necesariamente adeptos a religión alguna, se distinguen porque apuestan a convertir su tránsito en este mundo en un camino de autoconocimiento.
Tienen una insistente sed de Comprensión, y procuran convertirlo todo en un proceso para la ampliación de su conciencia. No tienen autoridad alguna a quien consultarles sobre qué hacer. Y en medio del trajín que implica el día a día, procuran practicar lo que conocen. Tratan de transmitir como pueden lo que han descubierto, para ayudar a otros.
Intentan no salirse de sí mismos cuando deben ponerle límites a su hijo adolescente o tenerle paciencia a sus padres que ya estás muy ancianos. Practican la compasión con los animales y las personas, y con frecuencia sufren enormemente penas que no son propias: su monasterio no está aislado de lo que sucede en el planeta. Les duelen las matanzas del Tibet, las inundaciones de Salta o el terremoto del Perú. Se angustian ante las especies amenazadas, el ecosistema quebrado, los incendios que acaban con bosques insustituibles...
A veces hacen voto de silencio, y se retiran, solitarios, pues necesitan “digerir” lo que su sensibilidad percibe. Se esfuerzan en ser rectos y veraces, en ámbitos donde la mentira y la trasgresión se constituyen en ley.
Y algunos tienen la posibilidad de ejercer todo lo que saben y de aprender lo que no en una de las pruebas humanas más difíciles de atravesar conscientemente: la pareja. Allí investigan lo que tienen adentro: dependencia, celos, abnegación, posesividad, capacidad de dar... Practican el hacerse cargo frente al otro, el abrir su interioridad... Todo un entrenamiento para iniciados!
Luego del trabajo, después de ocuparse de sus tareas, se toman retazos de tiempo para no dejar nunca de aprender: sobre los sueños, sobre las emociones. Se levantan temprano o se acuestan tarde, pero siempre tienen algún minuto para contemplar su entorno, para trabajar su cuerpo, para escribir lo que sienten...
Practican la solidaridad como pueden: en campañas por Internet, en la ayuda a un vecino, o en el brindarse a cualquier hora a un amigo que les necesite. Es posible que transiten por su entorno siendo vistos como “raros”. Lo padecen. Y a la vez, profundamente, tal vez sientan que en verdad es un honor: que su “rareza” los dignifica. No encajan en el mundo.
Quienes son "raros" en el sentido de lo "extraordinario" son personas de extremada originalidad, que piensan diferente. Son "raros" como lo son las piedras preciosas! Por tener una sensibilidad más abierta, una conciencia más desarrollada, una individualidad más definida. Aunque sufran por ello! Y, claro, no es fácil no pertenecer al montón! Pues la sociedad presiona hacia la media, para que todos sus miembros se uniformen. De modo que con frecuencia segrega a ese "raro", sintiéndolo como "peligroso".
Y pueden suceder en algún punto de la vida se den cuenta de que su "rareza" es una bendición. No es extraño que alguien (un amigo, un terapeuta, un educador, un padre...) alcance a ver a ese "raro" tal cual es, con toda su preciosura, y le ayude a animarse a SER, a desplegar su singularidad, a dejar atrás la sensación de "no sirvo para este mundo - no puedo - no valgo...": connota positivamente su diferencia, alentándole a que no la pierda, a que construya su identidad en base a su "rareza".
Afortunadamente desde los años 60
Son ellos “normales”? NO! Por suerte que no.
Bendito sea que sean... así como son.
0 comentarios:
Publicar un comentario
"Solo tengo dos certezas: la de la ansiedad de lo absoluto que hay en mi y la imposibilidad de volver el caos del mundo a un orden racional" Albert Camus